jueves, 8 de enero de 2009

Aquellos jóvenes que fuimos tan rebeldes...

Muchos de nuestros allegados se preguntan cómo aquellos que de jóvenes fuimos tan inconformistas y progres hemos cambiado tanto. No creo que así sea, pues la evolución es innata al hombre pero el espíritu y las ideas primigenias permanecen aunque se maticen. Así ocurre, en mi opinión, cuando se hojea el libro de Federico Jiménez Losantos La ciudad que fue.

Leyendo sus páginas surgen los inevitables paralelismos que se producen cuando un miembro de aquella gran generación de los 70 y los 80 relata sus vivencias de entonces, ésas en las que algunos nos sentimos reflejados, aquellos que compartíamos los ideales revolucionarios y artísticos que subyacen en todos los que fueron jóvenes por esa época y pasearon sus vidas por las noches del mítico Rock-Ola de Madrid o del Zeleste barcelonés.

Creíamos que nos íbamos a comer el mundo, cuando esta costumbre fagocitaria ha sido el común a todos los que han tenido veinte años alguna vez, pero eso no importa. Cada uno nos sentimos protagonistas principales y actores únicos de una obra que a nosotros nos parece que es la primera vez que se representa. Luego el tiempo pasa y esa época de intensidad febril absolutamente necesaria en la vida da paso a la reflexión que convierte a los seres humanos en maduros, o eso es lo que parece.

Volviendo la vista atrás observamos nuestros errores, y de ellos aprendemos. Así se puede comprobar cómo gran parte de los que ahora se encuadran en ese gran movimiento social y ciudadano que se opone al pensamiento social-nacionalista fuimos de izquierdas cuando teníamos pelo, y nos rascábamos la melena meditando sobre cuál era el mejor modo de lograr la libertad y el bienestar del pueblo. Sin embargo, tanto no hemos cambiado; seguimos pensando en los mismos fines: libertad y progreso. Sólo ha variado la vía para conseguirlos, tras haber constatado que las mágicas soluciones ofrecidas por la izquierda tenían más trampas que aquellas películas de indios de serie B que contemplábamos embelesados en los cines de barrio con un paquete de pipas como complemento imprescindible para la situación.

Algunos de aquellos rojos de los setenta lo siguen siendo ahora, pero también han cambiado, si bien en otros aspectos. El Vespino en el que pedaleaban es ahora un Mercedes, y su atuendo de trenka y bufanda ha sido trocado por un terno impecable que ya quisiéramos muchos. Siguen hablando de progreso y de otros conceptos que en algo recuerdan a la gauche divine, porque eso viste mucho y permite disimular, mas ya a pocos engañan. La sociedad española de hoy no está para que le hablen con palabras etéreas y grandilocuentes, sino para que se le presenten hechos tangibles: por ejemplo, cómo llegar a fin de mes, o cómo evitar que nuestra Patria se desmorone en múltiples nacioncillas para gusto de separatistas y aldeanos varios.

Posiblemente seguimos siendo los mismos con pequeñas variantes, y la prueba son nuestros gustos artísticos. Nunca me agradó la ópera y me sigue sin gustar; por el contrario me sigo emocionando cuando escucho las canciones de los Beatles o de la movida madrileña en la cual algunos participamos con la música, las fotos u otras inquietudes pictóricas o literarias. ¿Tanto hemos cambiado? Seguramente no, sólo hemos mudado el caparazón ideológico pero no el fondo del mismo, aunque sí ha cambiado nuestro aspecto externo —véase abajo el ejemplo—, fruto del paso inexorable del tiempo. Pero la juventud permanece viva en nuestros genes y recuerdos y nunca se irá, salvo que nosotros queramos.

La eterna rebeldía sigue.


2 comentarios:

Fran Capitán dijo...

Hola, Chinito.
Creo que ya conocía el texto, pero lo he releído y me ha gustado. Para los de mi generación, que sigue a la tuya, aunque pertenezcamos a la misma cultura y al mismo mundo del siglo XX, tan distinto al de las generaciones actuales, te digo, para los de mi generación el tuyo es un testimonio excelente para conocer aquella época, que nos interesa más de lo que pudiera parecer, a pesar de cómo 'la cuentan' en 'Cuéntame'.
Una curiosidad: ¿el de la guitarra de la foto eres tú? Genial.
Un fuerte abrazo, Chinito

Emperador dijo...

Efectivamente, soy yo, el Emperador de Oriente y antes músico postmoderno.
Abrazos.