viernes, 23 de mayo de 2014

Para ti


Como es el que esto escribe ya no es un mozo, anda cada día más rememorando episodios de su vida prétérita y bucea en los recuerdos de la juventud perdida, que quizás no fue mejor que la época actual pero indudablemente en aquellos tiempos era bastante más guapo que ahora. Después de cavilar un tiempo llega uno a la conclusión de que todos aquellos que vivimos esa etapa gloriosa de principios de los 80 teníamos mucho en común. Una generación rebelde aunque aseadita, donde la estética postmoderna y pseudopunk ocultaba en su interior ideales de libertad que nunca se fueron y vuelven a aflorar en estos tristes tiempos para señalar críticamente los desbarajustes que día tras día se cometen.

Muchos de los miembros de aquella Gran Generación, que anduvimos con nuestra música y nuestros sueños por los sitios de moda de aquel entonces, andamos enfrascados hoy en la pugna contra la progresía demoledora y el cáncer nacionalista que todo lo corroe. Curiosamente la mayoría de los artistas de esa época no engrosan las listas de titiriteros de la ceja, lo cuall dice bastante
En su libro La ciudad que fue, Federico Jiménez Losantos opina que la canción principal de aquella movida madrileña que acabó con el predominio cultura y musical de Barcelona fue el famosoPara ti, mítica canción de amor compuesta por el grupo Paraíso, precursor de La Mode, que también la incluía en sus actuaciones. Un servidor también apoya tal teoría
En realidad, no se sabe muy bien a quien va dirigida la letra, pero en ella se averigua el espíritu de una generación que todavía pervive y se enfrenta con mayor o menor energía al pensamiento único y a toda imposición más o menos encubierta o disfrazada de buen rollito.
Parafraseando la letra de la inmortal canción, nosotros ya no tenemos quince años y ya no podemos rascarnos la melena pero seguimos viviendo en tiempos asesinos y seguimos siendo generadores nuestros escritos. Seguimos sin soportar los rollos horribles que nos pretenden colar algunos y al frente se abre un horizonte de esperanza donde las Cortes dejen de ser un cine mudo y se olviden las lenguas viperinas y los críticos seniles para los nuevos tiempos donde las ideas de España y Libertad estén en la mente, el corazón y el espíritu de todos.
Para ti queremos otear el paraíso.

La estación fantasma



Uno de los recuerdos que impregnan más vivamente la memoria de este cronista de lo político y de lo cotidiano son los paseos que me daba por Madrid con mi abuelo (q.e.p.d). Él fue quien me enseñó a querer la Villa y Corte a base de recorrerla por las principales calles, plazas y rincones que conforman esta capital de la Gloria y a sentir el ambiente cosmopolita a la par que entrañable que en ellas se respira.

Muchos de estos itinerarios pedestres requerían el lógico complemento del transporte público, sobre todo en el Metro, mucho más del gusto de los madrileños y más rápido que el autobús. Fue precisamente en una de estas excursiones cuando mi abuelo me hizo notar que íbamos pasar por una estación abandonada en la que el tren no se detenía. La visión era fantasmagórica aunque duraba unos breves segundos: andenes solitarios, paredes negruzcas y un tétrico aspecto que recordaba el de una película de terror o de ciencia ficción apocalíptica o como si el tiempo se hubiera congelado en una suerte de tragedia.

Era la estación de Chamberí, abierta en 1919 cuando Alfonso XIII inauguró el ferrocarril Metropolitano de Madrid, y cerrada en 1966 cuando se ampliaron los trenes desde los cuatro vagones originales a los seis actuales, lo que llevaba aparejado a su vez la ampliación de los andenes. La que nos ocupa presentaba dificultades técnicas por hallarse en curva y además se encontraba muy próxima a las de Bilbao e Iglesia —inmediatas anterior y posterior— por lo que se decidió su clausura. A partir de entonces, todos los que pegaban la nariz al cristal cuando el tren pasaba por allí podían contemplar el tenebroso espectáculo, salpicado a su vez de leyendas sobre antiguos enterramientos de monjes en el solar que ocupa y que hablan de apariciones y susurros misteriosos en la antigua estación.

El año 2008 ha sido rehabilitada como Museo y puede bajarse a visitarla, como éste que escribe lo ha hecho en días pasados. Es una auténtica maravilla contemplar los antiguos anuncios publicitarios en mosaico pintado, los vetustos carteles indicadores, las taquillas y los pasillos de azulejo blanco. Prácticamente todo es original, pues al cerrarse tan apresuradamente se ha conservado casi íntegra. Mientras el observador se deleita el tren sigue pasando como siempre, con su ruido ensordecedor, para demostrarnos una vez más que la vida sigue pero los recuerdos quedan.

Queden aquí unas instantáneas de este viaje a la memoria.