Vuelve un servidor de las vacaciones y aunque ya se ha
incorporado a sus labores se resiste a dejar atrás ese tiempo de relax que el
estío conlleva. Por eso en esta mañana nubosa de Septiembre ha cogido su cámara
y se ha ido a uno de los parques más desconocidos de España. Precisamente ese
desconocimiento hace que se conserve en un estado excelente y, aunque tiene
visitantes, no se observan en él las multitudes que abarrotan otros jardines y
que se empeñan denodadamente en acabar con los mismos.
Es el parque del Capricho, situado en las afueras de
Madrid yendo hacia Barajas, en la zona conocida como alameda de Osuna. Fue creado
por la duquesa de Osuna en el siglo XVIII y alberga numerosos ambientes, desde
un parterre francés hasta un estanque donde predomina el estilo oriental.
Incluye además numerosas edificaciones y pabellones de la época y que recreaban
distintos estilos de vida que lo asemejan a una especie de parque de
atracciones de la época.
Así podemos encontrar desde una casa rústica (imitando las
viviendas de la plebe) llamada la
Casa de la
Vieja , hasta un majestuoso Casino de Baile donde los nobles
se pegaban unas fiestas de mucho cuidado y de los que salían en barca por un
río artificial para llegar a el estanque anteriormente citado donde aparcaban
las “naves” en una casa de juncos china. Abundan también las estatuas y
edificios de corte neoclásico, entre los que destaca un templete dedicado al
dios del bebercio, léase Baco, que se alza en medio de las praderas. Incluso
tiene una ermita en la que vivió fray Arsenio, un ermitaño que allí se dedicó a
la oración y que fue enterrado en sus proximidades. Tras éste, ocupó su lugar
un amigo suyo, pero a principios del siglo XIX el ermitaño fue sustituido por
un muñeco autómata para regocijo y solaz de los visitantes, aunque poco piadosa
parece esta medida.
También fue sede del ejército republicano durante la
guerra Civil, como atestiguan diversos búnkeres y refugios que allí se observan
entre la maleza. Posteriormente cayó en el abandono y fue reconstruido en los
años 70 por el Ayuntamiento de Madrid, al cual pertenece en la actualidad.
En fin, una maravilla para la vista y el espíritu que
guarde Dios muchos años de turistas en excursiones masivas, visitantes vandálicos,
perros y niños con pelota (mejor dicho, jugar a la pelota, no los niños). Los
perros y las pelotas están prohibidos pero los primeros o los segundos podrían
aparecer en cualquier momento y entonces, el encanto del Capricho habrá llegado
a su fin.
Quedan aquí unas fotos y unos enlaces.