lunes, 31 de diciembre de 2012

Un sueño más.



La vida nos da razones para reír, para llorar y también para soñar. Hubo un tiempo y un lugar, quizás mejor, quizás no, en que esas razones quedaban para la familia y los amigos, pero en la era de Internet el milagro cibernáutico ha hecho que ese círculo pequeñito con el que compartíamos nuestras alegrías, nuestras penas y nuestro sueños se haya agrandado hasta límites que jamás pensamos alcanzar; ese deseo sí se ha cumplido.

Dijo un sabio que la  la riqueza de un humano se mide por la cantidad y calidad de los amigos que tiene. En estos últimos años puedo afirmar sin temor a equivocarme que me hecho rico, rico en amigos y de los buenos. Del contacto etéreo y misterioso que surge de los dedos que aporrean un teclado se pasa un día a quedar con esas personas a las que no has visto nunca ni has oído su voz, pero sabes que merece la pena porque la intuición y el contacto diario a través del éter así lo afirman. Y nunca queda uno defraudado.

Hace ya varios años, no tantos pero que a veces parecen una eternidad, comencé a escribir en los blogs de Libertad Digital gracias a mi primo, que es el responsable de todo esto. Conocimos gente con la que nos unía nuestro amor a España y a la Libertad, esos dos valores que van unidos inseparablemente y junto a ellos, además de echar pestes de los políticos de turno, hicimos amigos a los que luego pudimos poner cara y voz en diversas reuniones al amor de una buena mesa. Sin embargo, un blog es una pequeña isla en el océano virtual y salvo que se sea un bloguero de la más alta élite, un prócer insigne o una famosoide de la prensa rosa, el número  de seguidores o amigos que puede conocer o con los que comunicarse es relativamente exiguo.

Pero llego un día en que aparecieron las redes sociales y acabaron con el auge de los blogs, como el video  mató a la estrella de la radio. En mi humilde opinión tienen defectos, sí, pero se compensan de sobra con sus virtudes, siendo la principal el poder relacionarse con muchas más personas y favorecer un encuentro más cercano y familiar. En una de esas redes, y tras gloriosos antecedentes en la blogosfera, nació La Llanura de Palmaria, uno de los mejores grupos del Caralibro hispánico en los que recalamos viejos blogueros, idealistas románticos y gentes de bien. Y para ellos, mis hermanos Palmaris, y todos los amigos de Internet va esta felicitación del nuevo Año.

Cuando llega el fin de año, mientras el viejo reloj de la Puerta del Sol da las campanadas que indican que pasó otro más, pensamos durante un instante —que es toda una eternidad— en las metas que nos planteamos, las vivencias, los buenos y malos ratos y, otra vez, en los sueños. Y uno de éstos es que podamos seguir viéndonos y hablándonos muchos años. Agradezcamos la vida, la amistad y los buenos recuerdos y sigamos valorando y buscando lo mejor para nuestra Nación que merece la pena, de veras. Porque ese sueño, como todos, nos permite saber que estamos vivos.

Feliz año, Palmaris, blogueros y amigos.

https://www.facebook.com/groups/lallanuradepalmaria/