martes, 25 de enero de 2011

De la mano

Martes, 5 de Pluvioso del año CCXIX de la Revolución. Jour de taureau (el día del toro).

Mientras el paseante camina por las calles en sus quehaceres diarios observa cómo se despliega la vida en ese abanico cotidiano de múltiples y sencillas manifestaciones, que precisamente las que tienen importancia en este mundo y no otras. Un perro que juguetea con su dueño, unos niños que vuelven de la escuela, los árboles del parque…lo que sea y quien sea, pues todo tiene su papel en esa maravillosa obra que es la Creación.

En esa sinfonía de personajes, lugares y cosas llama la atención un cuadro que últimamente a este observador le ha hecho reflexionar e incluso le ha alegrado alguna mañana. Son parejas cogidas de la mano, cosa nada sorprendente en principio para estos tiempos; pero la cosa cambia si no se trata de las parejas habituales en las que todos estamos pensando.

Son ancianos, entrañables y venerables, que unen sus manos como si fueran jóvenes otra vez o como si siempre hubieran vivido un noviazgo perpetuo. No se resisten a proclamar su unión y huyen de ir simplemente cogidos del bracete, gesto más recatado y hasta ahora más frecuente en las personas mayores. El amor se siente en esas manos unidas que desafían el paso el tiempo. Un amor que ha vencido todos los obstáculos de muchos años de convivencia, que ha superado mil discusiones, que ha vencido a la rutina. Ahí es nada.

Cuando uno es adolescente sueña a veces con absurdos que entonces se le antojan románticos como, por ejemplo, eso de que queda bien el morir joven. Obviamente, esas gansadas se piensan cuando se ve la ancianidad como algo lejano e incluso terrible, pero el tiempo todo lo cura y al final se impone el pragmatismo y la razón. Quizás por eso hoy día proclamo que me gustaría ser como esos novios-abuelos dentro de unos años, cuando el invierno de la vida llame mi puerta, y poder bailar pasodobles con mi esposa en el Hogar del Pensionista para luego marcharnos a casa juntos de la mano. Como en los buenos tiempos.

Aunque siempre hubo buenos tiempos. Y así que sigamos.

jueves, 20 de enero de 2011

El pinganillo/ El pinganet / Pinganilloak / O pequeno chintófano



Acertó Valle-Inclán cuando creó el esperpento y más aún acertó Dios por situar al gran Don Ramón María en esta tierra de España, donde la tragedia se viste con el traje de la deformidad grotesca que se origina en los espejos del callejón del Gato. Sería imposible que en otro lugar acaecieran los tamaños despropósitos que aquí acontecen y se vistieran de tan aparatosos oropeles para ocultar el absurdo de su esencia, como aquella mona que se vestía de seda y seguía siendo mona. Y España sigue siendo España, para bien o para mal; y todos se siguen disfrazando para parecer distintos, aunque todos saben lo que son.


Libertad Digital


Sólo en la vieja y castigada Hispania ocurren situaciones tan chocantes como aquella en que los que menos se sienten nativos —o simplemente, se sienten “distintos” e incluso a veces distantes— dominan gracias a componendas políticas que la mayoría incomprensiblemente admitió para no molestar. Y ya tenemos otra vez el tinglado “montao”, ahora en forma de pinganillos que cuestan sus buenos dineros para traducir a los compatriotas, aunque luego, a la hora de la pitanza o del refrigerio, todos en el bar se entiendan perfectamente en el mismo idioma y se zampen unas tapas en amor y compañía sin acordarse de los cascos (léase en minúscula) que hace un rato tan urgentemente precisaron.


Tiempos son éstos de oscuridad y de realidad deformada con millones de personas que pugnan en el valle de lágrimas del desempleo mientras se dilapida el dinero público, ese que no es de nadie, en resucitar la Torre De Babel; y para más añadidura en una institución que muchos opinan prescindible y cuya operatividad es cuasi nula. Mal presagio, malo, porque las maldiciones bíblicas por algo vienen, si bien esta vez Dios no castiga a los hombres por querer ser más, sino que ellos mismos se castigan por querer estar cada vez más separados y ser cada vez menos, aunque sólo sea a nivel territorial.


La Historia es benévola, pero la paciencia del tiempo tiene un límite. El canciller Bismarck dijo una vez “El español es un gran pueblo; durante siglos sus gobernantes han intentado acabar con él y no han podido”.


A lo mejor esta vez sí pueden.

jueves, 6 de enero de 2011

Reflexiones para el Año Nuevo

Sábado11 de Nivoso. Año CCXIX de la Revolución. Día del granito o piedra berroqueña (material componente del rostro de algunas personas).


La vida nos ofrece momentos que suceden todos los días, pero algunos acontecen contadas ocasiones en la vida, cómo éstos primeros días del nuevo año. La verdad es que nunca me gustaron estas fechas y preferiría huir del mundanal ruido para dedicarme a cualquier cosa menos al absurdo de celebrar eventos que prometen mucho y terminan en nada, salvo en indigestiones y terribles resacas que nada benefician al organismo ni al espíritu.

Pero al final siempre hay que felicitar el Año Nuevo a todos, incluso a los gestores (por llamarlos de algún modo) de la cosa pública, responsables de un crudo invierno político y económico que se prolongará probablemente durante cientos de meses y que todos padeceremos. Acabarónse, pues, los manteles llenos de restos de cenas opíparas y las vacas gordas. Disfrutemos el presente, que es lo único que tenemos, y además es gratis.

Ahora es el momento de los buenos propósitos como, por ejemplo, quitarnos esa tripa que ha alcanzado proporciones críticas o dejar de fumar. Las crisis económicas y las prohibiciones varias harán que nuestras promesas sean infinitamente más fáciles de cumplir. Celebremos, pues la ventajosa situación y demos gracias a ZP por facilitarnos la tarea.

Dicen que los cambios alteran las condiciones de las personas. Gran verdad. El número de individuos que echan pestes del gobierno aumenta exponencialmente de modo vertiginoso y supera enormemente al de aquellos que antaño lo apoyaran —islamistas, nacionalistas, feministas, amantes de la memoria histórica y progresía variada— aunque alguno quedará, sin duda. Parece que en este caso la escasez incrementa la cordura, pero ésta llega tarde, muy tarde. Alguno llevamos años diciéndolo y las profecías se han cumplido, pero nada mágico hay en ello; simplemente la constatación de que las quimeras imposibles siempre están destinadas al fracaso.

Puede que, al fin, cambie nuestra suerte y la de nuestro país, que de malos agüeros ya andamos sobrados. Es difícil, pero no hay que perder la Esperanza. Por eso, desde su rincón del ciberespacio, el Emperador felicita a todos los blogueros este 2011 que presagia tiempos duros pero apasionantes en la batalla dialéctica de las ideas. Recordemos que lo importante es conseguir que el preboste sentado en la poltrona mayor abandone esa ilusión errónea que le mantiene vivo políticamente. Y de paso, abandone también la poltrona para dedicarse a otros menesteres que le hagan más feliz y a nosotros también.

El año Nuevo llega y quizás con él la renovación (o no) en forma de gallego teledeportista y fumador de puros. Pero, como se dice vulgarmente, “nunca pasa nada”. Todo en la vida ocurre ahora mismo.

Feliz año, que es lo principal.