viernes, 10 de diciembre de 2010

Cuba, otra vez España




Hay ideas que pueden parecer sueños imposibles pero no por eso dejan de acariciarse pues en las mismas late la esencia de todos nosotros que un día estuvo y que siempre estará. Hace años, Cuba era española; ahora, numerosos intelectuales y exiliados cubanos piden que vuelva a ser una Comunidad Autónoma de España.

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http://cuba21.blogspot.com/2007/04/cuba-espaola.html

Cuba española

Las razones de tan insólita pero deseable opción no hay que buscarlas sólo en el afán de librarse del régimen castrista. La Habana es Cádiz con más negritos, que decía Carlos Cano (a quien Dios tenga es su Gloria) y razón no le faltaba; quizás sea Cuba donde la herencia y el legado español laten con más fuerza. Según las fuentes de los promotores de la idea, la mayoría del pueblo cubano la apoyaría puesto que las raíces de consanguinidad (aun tras la mezcla de razas) son mayores que en otros países hispanos y las costumbres muy parecidas, salvando las lógicas distancias.

Conviene recordar que Cuba siempre fue España. Había dejado de ser una colonia en muchos aspectos y los cubanos eran españoles por nacimiento. Quizás si la autonomía que se le concedió hacia 1870 se hubiera desarrollado adecuadamente, otra hubiera sido la historia (parece ser que los partidarios de la autonomía de entonces eran más que los de la independencia). Pero, además de los errores de España, la causa fundamental de la pérdida fueron los intereses del “amigo americano” que siempre ha ansiado el control de la Perla de las Antillas —incluso intentó comprarla varias veces a España—; de ahí a la guerra de 1898 sólo hubo un paso. Desde entonces y hasta la revolución castrista, Cuba, aun independiente, siempre estuvo en mayor o menor grado bajo la mirada de los Estados Unidos.

Las ventajas de la unión de Cuba a España serían evidentes para ambos países; Cuba podría modernizarse y España beneficiarse de los recursos cubanos. Pero los inconvenientes son muchos. Obviamente, los Estados Unidos no la verían con buenos ojos, teniendo en cuenta lo anteriormente expuesto y ya harían lo suyo porque no cuajara. Por otra parte, el coste económico para España sería muy elevado y más en la situación en que ésta se halla, y en Bruselas tampoco es de suponer que anden por la labor.

A pesar de todo, las ideas románticas nacen en el corazón y la fuerza de éste a veces puede con todo. Por eso, este que escribe no puede sino ser partidario de esta unión. Sin embargo, no deja de ser triste que, mientras unos quieren volver, otros españoles quieren marcharse. Y estos están bastante más cerca, aunque sólo sea en distancia.

Fuerza y Honor.