lunes, 28 de diciembre de 2009

Cicerón y los seis errores del hombre

Marco Tulio Cicerón fue un famoso orador y escritor romano cuyas disidencias en cuestiones políticas le hicieron perder literalmente la cabeza, pues fue decapitado a causa de aquellas en el año 43 antes de Cristo. Puede comprobarse que ya por entonces los gobernantes no gustaban de las críticas, siendo tremendamente descorazonador que después de dos mil años siga sucediendo más o menos lo mismo; la única diferencia es que ahora afortunadamente no se corta la cabeza, pero se intenta silenciar en muchos casos al discrepante.

Entre las numerosas aportaciones de Cicerón llama la atención los seis errores del hombre, que se contienen en uno de sus tratados, y que son de aplicación para todas las épocas y situaciones. Veamos cuáles son y procedamos a un somero análisis actual:

· Primer error: La ilusión de que las ganancias personales se consiguen aplastando a los demás. Este es un hecho muy frecuente. Siempre pensamos que para subir nosotros han de caer otros. El poder político cumple esta máxima a rajatabla machacando continuamente a los adversarios. Sin embargo, la estrategia de aplastar al contrario puede funcionar un tiempo pero luego puede volverse contra el que lo dice, porque nuestras críticas no son más que un reflejo de nuestras carencias (de ahí que los políticos sean tan críticos).

  • Segundo error: La tendencia a preocuparse por las cosas que no se pueden cambiar o corregir. A muchos les enfurece que llueva, cuando es mejor disfrutar de la lluvia. Algunos políticos se preocupan demasiado por España en su afán obsesivo por anularla, e intentan idear todo tipo de trucos y estratagemas. Vano empeño; por más que se esfuercen no podrán acabar con ella.
  • Tercer error: Insistir que una cosa es imposible porque no podemos conseguirla. Hasta entrado el siglo XX el volar era una cosa imposible para el ser humano; pero entonces surgieron unos hombres que inventaron el avión. Ahora mismo parece imposible que la Moncloa pueda cambiar de inquilino, y aún más contemplando a la oposición existente. Mas todo es cuestión de tiempo y de que surja algún líder que aglutine a un mayoría amplia. El proceso será largo, pero torres más altas han caído.
  • Cuarto error: No querer prescindir de las preocupaciones banales. Nos quebramos la cabeza por chorradas mayúsculas tales como si hemos limpiado bien la casa, si le hemos caído bien a ese nuevo amigo, quien ganará la liga, o el nombre del futuro ganador de Gran Hermano. En cambio, nos importa un pimiento cómo podemos mejorarnos a nosotros mismos o qué podemos hacer para que nuestro país y nuestra sociedad sena libres, justos y prósperos.
  • Quinto error: Rechazar el desarrollo y el perfeccionamiento de la mente y no adquirir el hábito de leer o estudiar. Esto enlaza bastante con el punto anterior. Si se es un palurdo absoluto (especie muy frecuente en esta España lanar) las preocupaciones e inquietudes son las descritas en el cuarto error. No leemos un libro ni aunque nos maten, salvo las crónicas deportivas o las revistas del corazón. En muchos pueblos todavía se valora más el trabajo manual que el intelectual y los que usan la cabeza para trabajar son unos señoritos y unos vagos, porque no tienen callos en las manos y muchos piensan por sí mismos, en vez de seguir fielmente los dictados de los medios oficiales de comunicación
  • Sexto error: Intentar obligar a los demás a vivir como nosotros. Esta anomalía es una constante en todos los tiempos. Intentamos que nuestros hijos hagan siempre lo que queremos (aunque ya sean mayores y con uso de razón), que nuestros allegados opinen lo mismo que nosotros, etc. A este respecto, es frecuente en muchos gobiernos —incluyendo por supuesto al actual, que es de los que se lleva la palma— el intentar intervenir en la vida de sus ciudadanos en todos los aspectos, hasta en los más nimios, empeñándose en decirles cómo actuar de forma “correcta” (no coman hamburguesas, no fumen, no sean fachas, etc.). Todo el que no piensa como ellos es un disidente y, por tanto, un enemigo.

Estos errores fueron observados por Cicerón basándose en las costumbres y modos de los habitantes de la antigua Roma, pero siguen desgraciadamente vigentes en esta España de hoy. Simplemente han cambiado de forma los gobernantes, los disidentes, los pretorianos, los súbditos y los leones, pero nada en el fondo. El tiempo pasa, pero el hombre sigue siendo el mismo y sigue cometiendo los mismos fallos, pues sólo evoluciona en su aspecto externo pero no en el interior.

Fuerza y Honor.

viernes, 18 de diciembre de 2009

Que vivan los Reyes Magos



Llegan las fiestas navideñas y con ellas la tradición de los regalos. Cuando los que aquí escribimos éramos niños —salvo quizás alguno más joven— los juguetes los traían siempre los Reyes Magos, mientras que el advenedizo personaje vestido de rojo (no podía ser menos) y que agita la campanilla como si estuviera llamando al rancho no era más que una figurita de adorno de las que se colocaban en el árbol entre bolas y guirnaldas.



Pero los tiempos cambian y el marketing que todo lo puede va acomodando tradiciones y creando otras nuevas que nunca estuvieron en la esencia española, salvo en algunos hogares en los que el Niño Jesús ponía algún regalito a los más pequeños de la casa.


Se plantea entonces una disyuntiva problemática. Los padres luchamos por mantener la tradición, pero a los niños les meten en la cabeza al tío de la campanilla y de las risotadas, (que no deja de ser sino una deformación anglosajona de la figura del venerable San Nicolás, santo varón de la Iglesia) pero a ver quien le dice al infante que en esta casa no viene Papá Noel, porque no es bien recibido.


Mientras tanto, los pobres Magos de Oriente van perdiendo adeptos, porque los muchachos prefieren disfrutar antes de los juguetes y no al final de las vacaciones. Inclusive muchos seguidores de la progresía parecen preferir esta figura más aparentemente laica —aunque en realidad no sea así, como ya hemos visto— que a aquellos que llevaron presentes al niño Dios, que eso viene en la Biblia y es más correcto ser aconfesionales. Se olvida que gracias a los Reyes Magos las vacaciones de Navidad duran más que en otros sitios y que asimismo nos traen el maravilloso roscón, delicia del paladar y clásica costumbre española.


Un servidor lo tiene bastante claro. Cuando los hijos sean mayores y sepan de qué va el tema se acabó Papá Noel. Sólo vendrán los Reyes, como siempre ha sido y debiera de ser.


Feliz Navidad a todos.



martes, 15 de diciembre de 2009

Las fórmulas del Doctor Cataplasma

Tras fruto de numerosos años de investigación basados en la sabiduría popular, el Doctor Cataplasma llegó a la deducción de unos postulados inexorables que parecen regir diversos fenómenos de la vida cotidiana. Comoquiera que es necesaria la salida de estos hallazgos a la luz pública, es por ello que tan eminente luminaria de la ciencia ha decidido compartirlos con vosotros.

FÓRMULA PARA HACER QUE SUENE EL TELÉFONO:

1. Entre en la bañera (mejor si está llena).

2. Enjabónese bien la cabeza, el cuerpo y las partes nobles. Coja su osito de peluche favorito, el patito de goma y todos los adminículos que considere necesarios.

3. Cuente hasta tres.

Entonces, sonará el teléfono.

En ese momento se plantea una disyuntiva que abre dos caminos posibles:

a) Decide atenderlo; sale de la bañera corriendo, resbalándose acrobáticamente por toda la casa y poniéndolo todo perdido de agua. Cuando llega al teléfono, pueden ocurrir dos cosas:

1. Deja de sonar en ese momento

2. Logra cogerlo. En ese momento una voz desconocida le dirá:

¿Está la Petri? (Obviamente nosotros no somos la Petri).

b) Decide no atenderlo. Veinte días más tarde se enterará de que era una llamada importante.

FÓRMULAS VARIAS PARA HACER QUE LLUEVA:

1. Levántese y dígase “¡Qué día tan bonito hace hoy!”

2. Lave el coche. Ésta fórmula es infalible.

3. Organice una fiesta al aire libre para ese día.

4. Si duda entre coger el paraguas o no, no lo coja. Tampoco suele fallar.

(NOTA: Si coge el paraguas y no llueve, lo más probable es que se lo deje olvidado en algún sitio. Esto es lo que se denomina Principio del Gafe, también conocido en algunos círculos científicos como axioma de Zapatóstenes).


FÓRMULA PARA HACER APARECER UN AUTOBÚS:

1. Salga tarde y apurado de casa. Según se vaya aproximando a la parada, lo más seguro es que llegue el autobús. Por supuesto, lo hará antes que usted…y se marchará también antes. Por más que corra como un desaforado y eche las tripas en la maratónica carrera, lo más que conseguirá es ver como la puertas se cierra delante de sus narices.

2. Ante eso, lo más eficaz es encenderse un cigarrillo para relajarse. En mitad de la primera calada, aparecerá otro autobús. (Se han registrado casos donde han aparecido hasta tres autobuses juntos.)

3. Si no fuma, prepárese a esperar veinte minutos. Si decide caminar hasta la siguiente parada para ahorrar tiempo, según vaya por la mitad pasarán dos autobuses juntos.

FÓRMULA PARA PODER APARCAR CERCA DE CASA:

1. Pegue tres vueltas a la manzana de su casa buscando aparcamiento. Después tírese treinta minutos más dando vueltas en las 10 manzanas más próximas.

2. Termine aparcando finalmente en otro barrio a 30 minutos a pie de su casa.

3. Cuando llegue a casa a pie, verá dos o tres sitios vacíos delante de ella.

FÓRMULA PARA ECHAR LIMÓN AL PESCADO:

1. Ponga el pescado sobre su ojo derecho.

2. Tome un limón y exprímalo apuntando en cualquier dirección, nunca falla.

domingo, 13 de diciembre de 2009

Treinta años es poco

Como en otras ocasiones, anduvo anoche el escribano errante de este rincón de la blogosfera en una cena con sus compañeros de colegio de épocas pretéritas, tan vetustas que se pierden en la noche de los tiempos modernos, en esa oscuridad de los recuerdos que de vez en cuando se ilumina brevemente para apuntar un destello de los buenos momentos vividos. No es la primera vez que esta reunión acontece, pues ya son cuatro años quedando para cenar, e incluso a veces hay alguna cita para desayunar un roscón el día de Nochevieja por la mañana, que también es un modo de adelantar la llegada del nuevo año que se aproxima.

La primera reunión que hubo tras el contacto —establecido gracias a las páginas de búsqueda de antiguos amigos que existen en la Red— hizo el pequeño milagro de volvernos a ver después de treinta años. La impresión es de haberse transportado a otro mundo quizás distinto, quizás mejor, porqué no decirlo. Habíamos quedado en la puerta de uno de aquellos cines de barrio que pisamos en nuestra mocedad entre aromas de chicle americano y cáscaras de pipas y que los azares del destino han querido que ahora sea un salón de bodas.

Las sensaciones son curiosas y cambiantes en esta tesitura. Compañeros que se reconocen inmediatamente nada más verles, como si nada hubiera cambiado; a otros, en cambio, hay que preguntarles aquello tan manido de “¿Y tú quien eres?” Es entonces cuando el interlocutor dice un apellido —la clásica forma de llamar a los condiscípulos en el colegio— y nuestro código descifra su identidad y la compara con una imagen juvenil que anida en un dormido rincón de las neuronas.

Dice la letra del tango que veinte años no es nada. Poco más son tampoco treinta, y aquellos muchachos, hoy canosos y en las puertas del otoño de la vida, se siguen llamando y comportando en sus encuentros como los inocentes escolares que habitaron aquellas aulas de los años setenta, entre albores de libertad y comienzos de amores, desamores y experiencias.

Mucho hemos cambiado o, a lo mejor, no. Pero los que anoche se reunieron tienen en su interior la certeza de que el tiempo se detuvo en un reloj de pared y las pesas inmóviles de antaño anunciaron que, a veces, cualquier tiempo pasado fue mejor.

martes, 8 de diciembre de 2009

No hay quien lo mueva

En esta vorágine de laicismo radical que nos invade y que amenaza a todo aquello que suene a religioso o simplemente espiritual —mientras no sea islámico— viene a la mente del que esto escribe un pequeño suceso que le aconteció hace años. Andaba el hecho dormido en los desvanes del recuerdo, y ha sido precisamente los sucesos últimos acaecidos en España los que han traído de nuevo al presente esta historia y la moraleja que un servidor extrae de la misma.

Para ello hay que retrotraerse a principios de los años noventa. Despacho lóbrego y frío de una institución hospitalaria. El Doctor Salfumán —“alter ego” del imperial escribano que habita en este rincón de la blogosfera— conversaba con un médico de ideología comunista bastante radical, rojo como el puño de Lenin, y que con mucha probabilidad hoy andará alojado en la progresía rampante o en sus aledaños.

El motivo de la conversación ni se recuerda, pero sí que el galeno bolchevique reparó en un crucifijo que adornaba la estancia, como era normal en aquellos tiempos, aunque ya intentos había de enviarlos al ostracismo. Intentando hacer una gracia que no tenía ni pizca de la misma se acercó a la pared mientras me decía:

— ¡Un crucifijo! A ver si le puedo dar la vuelta.

Pretendía de este modo emular el signo de los satánicos y dejar a Cristo en no muy buena posición. Recuerdo que aquello no me agradó, aun cuando nunca haya sido un cristiano al uso sino un creyente librepensador, y así se lo hice saber:

— Deja el crucifijo, que no hace nada malo.

Estas palabras no le detuvieron y prosiguió camino de su “hazaña”. Entonces ocurrió lo que a un servidor se le antoja todavía un pequeño milagro: el crucifijo estaba clavado a la pared por varios sitios y aunque el hereje del fonendo intentó moverlo, no pudo lograr su maléfico cometido.

— Cago en…. Está clavado. No hay quien lo mueva.

La consecuencia que se extrae de la historia es bien sencilla, pero podría resumirse en una cita de Yoda, maestro de los Jedis. “El lado Oscuro no es más fuerte. Es más fácil, más rápido, pero no más fuerte”.

Se podrán hacer todos los intentos para acabar con Dios, mas ninguno tendrá éxito a largo plazo. El Bien siempre triunfa aunque tarde en manifestarse la victoria, y ello es lo que debe animarnos en estos oscuros tiempos.

Fuerza y Honor.

viernes, 4 de diciembre de 2009

El Calendario Zaragozano


Los entusiastas del famoso cambio climático están equivocados. Y no por la endeblez de muchos de los postulados de tamaña pseudoteoria, sino porque han errado en consultar en las fuentes adecuadas. No, no es el profeta del Apocalipsis Al Gore la autoridad más recomendada para predecir los pronósticos del tiempo sino el astrónomo aragonés Don Mariano Castillo y Ocsiero, creador del famoso Calendario Zaragozano que, basándose en los movimientos de la Luna y sin instrumentos complejos ni grandes parafernalias, ideó un método hace más de 150 años para eso de la meteorología.

El que esto escribe lo ha comprado alguna vez y le ha gustado su estilo, además de que acierta muchas veces y de pleno. Con el Calendario Zaragozano y los refranes de la abuela no hacen falta los satélites meteorológicos; además las predicciones son acordes con lo clásico y no anuncian catástrofes globales ni simplezas por el estilo.

Los más malévolos le acusan de poco científico y de generalidad (no de Cataluña) y dicen aquel refrán de:"Calendario zaragozano: frío en invierno, calor en verano" pero, casualmente, muchos de los que así se pronuncian suelen cojear del pie izquierdo según he podido constatar en varios foros de meteorología y en algún diario progre. Se ve que Don Mariano Castillo también ha entrado a formar parte del elenco de personajes políticamente incorrectos al no anunciar el temido calentamiento (una moza de buen ver, eso sí que produce calentamiento global).

A pesar de todo, sigue siendo el de mayor difusión en España y una de las publicaciones de mayor solera. Además de los pronósticos del tiempo por meses y semanas anuncia la hora de salida y puesta del sol, las fases de la Luna, el paso de las estaciones, las ferias y mercados de España, etc. Todo un retrato de la vida española y su paso que ojala siga por muchos años.

Y sólo por 1,50 €. Bastante menos que las subvenciones que se llevan algunos con eso del cambio climático.




miércoles, 2 de diciembre de 2009

La vacuna

Se conmemora por estos días el comienzo de la aplicación de la vacuna antivariólica —contra la viruela— en España. La palabra “vacuna” deriva de “vaca”, ese simpático bóvido que se ríe en las cajas de quesitos debido a que, precisamente, la primera vacuna se descubrió a partir de estos cornúpetas gracias a las investigaciones del médico inglés Jenner en el siglo XVIII.

De antiguo se sabía que las personas que se dedicaban a ordeñar solían infectarse con el virus de la viruela vacuna, que produce ampollas en las ubres de las vacas y también en las manos y brazos de las personas que las manipulaban (en el buen sentido). Sin embargo este virus vacuno es menos peligroso que el de la viruela humana, enfermedad muy contagiosa y mortal a menudo.


Estas personas infectadas de viruela vacuna no sufrían nunca la terrible enfermedad humana. Jenner decidió probar que la viruela vacuna protegía a las personas de la viruela humana; para ello sacó fluido de una pústula (ampolla) de una mujer que se dedicaba al ordeño (de las vacas) y se la inoculó a un niño sano dándole varios cortes en el brazo e introduciendo el líquido. Unas semanas después inoculó al niño (que hacía de conejillo de Indias) con el virus vivo de la viruela humana, y el niño no enfermó. Probó con más gente y todos los inoculados nunca llegaron a sufrir la enfermedad, puesto que quedaban protegidos.


La vacuna comenzó a aplicarse en todo el mundo y en este sentido el papel de España fue determinante, pues fueron los españoles los que impulsaron una expedición a América (comandada por el insigne médico Balmis) para propagar la vacuna. Para ello se valieron de 22 niños huérfanos que eran infectados con viruela vacuna de uno en uno en cadena y hacían de reservorio. Si bien el método era algo expeditivo, por lo menos no pueden acusarnos esta vez de no haber hecho un bien a la humanidad y nuestra labor en América no sólo se redujo a matar indios como dicen algunos miserables.


Aquí


La palabra "vacuna" no se hizo popular hasta el siglo XIX cuando Pasteur (descubridor de la vacuna contra la rabia) comenzó a usarla. Desde entonces se conoce como vacuna toda inoculación para prevenir una infección bacteriana o vírica.


El éxito de la vacuna antivariólica en la prevención de la enfermedad ha sido tal que hoy día, la viruela ha sido erradicada en el mundo. Tan sólo se guardan celosamente algunos cultivos por si un día es necesario fabricar nuevas vacunas.


Las vacunas son buenas, pero también tienen sus riesgos. Precisamente a cuento de la nueva gripe, andan todos los organismos internacionales y gobiernos recomendado su aplicación. Allá cada cual con su conciencia pero, dado que la letalidad del virus H1N1 no parece ser tan alta como se presumía, se impone una reflexión sobre el balance beneficio-riesgo de tal vacuna. Muchos médicos y miembros del personal sanitario se han negado a ponérsela por los posibles efectos secundarios de los coadyuvantes, que son las sustancias añadidas para potenciar la inmunidad que incorpora este fármaco.
El más peligroso es el síndrome de Guillain-Barré, parálisis ascendente de origen autoinmune y que puede estar relacionado con un exceso de anticuerpos descontrolados que atacarían las propias estructuras del sistema nervioso, por explicarlo de modo simple.

Teniendo en cuenta que existe la posibilidad (remota, pero existente) de quedarse en una silla de ruedas, la verdad es que pocas ganas dan de arriesgarse. Salvo enfermos de mucho riesgo, más vale pasar el trancazo como se ha hecho clásicamente, pues ya se dice que la mejor medicina es la que no se toma y la mejor operación la que no se hace.


sábado, 28 de noviembre de 2009

Genealogía hispánica

Los gallegos descienden de Breogán, el mítico rey celta, y la identidad galleguista forma parte de sus genes.


Los canarios tienen ancestros protohistóricos norteafricanos.


Los catalanes descienden de Wifredo el Velloso (Guifré el Pilós) y son una nación diferente desde hace un porrón de años.


Los andaluces son una realidad nacional con hondas raíces en los pueblos musulmanes y tartesios.


Los vascos descienden del gran Túbal, nieto de Noé, fundador de Iberia, y de su supuesto hijo Aitor, cuyos siete hijos fundaron a su vez las siete provincias euskéricas.


¡Levantaos carpetovetónicos madrileños! ¡Sois una raza oprimida por las tribus que os rodean!

jueves, 26 de noviembre de 2009

El zapatero hebreo

Es conocido que los judíos fueron condenados a la pena de expulsión de Sefarad (España)) por los Reyes Católicos, salvo que se convirtieran al cristianismo. Los que decidieron esto último hubieron de cambiar sus clásicos apellidos semitas por otros cristianos que hubieron de adoptar a toda marcha. De esta forma, puede reconocerse si una persona desciende de hebreos por sus apellidos, aunque ésta no es una regla exacta, ya que muchos tomaron el de un vecino o un aristócrata conocido para parecer más cristianos.

Según esta norma, los siguientes apellidos proceden de judíos conversos:

  1. Los nombres de profesiones y oficios (Zapatero, Herrero, etc.)
  2. Los nombres de pueblos y ciudades (Sevilla, Madrid, Valencia, etc.)
  3. Los nombre de plantas y árboles (Olmo, Peral, etc.)
  4. Los que designan cualidades físicas o corporales (Garrido, Bermejo, Rubio, Feo).
  5. Los apellidos que se refieren a santos o a la religión (Cruz, San José, Santamaría).
  6. Los que se refieren a lugares (Montes, De la Vega, etc.)

Visto lo cual, puede comprobarse que muchos descendemos de ellos, entre los cuales se cuenta un servidor, aunque no presente nariz ganchuda, sino más bien gorda. Pues bien, según esta regla entra dentro de lo posible que nuestro amado “prisidente” —que diría el fallecido Jesús Gil— puede ser de origen judío.

Lo más curioso es que el citado no parece sentir muchas simpatías por los descendientes de sus posibles antepasados, ya que parece preferir la amistad con los árabes, enemigos seculares del pueblo hebreo. Algo no cuadra en todo esto, pues los judíos son gente hábil y eficaz en lo que emprenden salvo, claro está, que la excepción confirme la regla.

Saludos cordiales.

martes, 24 de noviembre de 2009

Los Nikis y la vuelta del Imperio

Uno de los grupos más representativos de la música pop española de los 80 fueron Los Nikis, el legendario grupo de Algete, ese pueblo cercano a Madrid y famoso, entre otras cosas, porque desde allí llamaba aquella “maruja” que volvía tarumba a Encarna de Noche en aquel no menos legendario programa de Martes y 13 (“Encanna, bonita, te llamo desde Algete. Mira, que estoy friendo unas empanadillas y como tengo a los chicos haciendo la mili en Móstoles, pues me he dicho, ahora que es de día voy a llamar a Encarna de Noche, etc…”).

Los Nikis hacían una música joven y sencilla, similar a Los Ramones, y fueron muy alabados por la crítica, aunque también se len censuró por la progresía que algunas de sus letras eran algo pronazis. Sin entrar en el tema, hay que decir en su defensa que resultaban bastante más limpios y preferibles que los miembros de algunos grupos de rock filoetarras que existen o han existido en las Vascongadas y cuyas letras ofenden a bastantes..

Una de las canciones de los Nikis era El Imperio contraataca y su letra no hablaba de la Guerra de las Galaxias, sino de un resurgir de lo español en el futuro. La composición ha resultado ser profética, pues la mayoría de los expertos en eso de las lenguas concluyen que en pocos años el español será la tercera lengua más hablada del mundo, superando incluso al inglés. Además, nuestra lengua está de moda en Estados Unidos, Canadá y Brasil entre otros y su auge va en aumento en el resto del mundo. Tomen nota los nacionalistas y similares y muérdanse las corvas de envidia.

He aquí la letra de El Imperio contraataca (el video puede verse en Internet):


Hace mucho tiempo que se acabó,

pero es que hay cosas que nunca se olvidan,

por mucho tiempo que pase.

1582, el sol no se ponía en nuestro Imperio,

me gusta mucho esa frase.

Con los Austrias y con los Borbones

perdimos nuestras posesiones.

Esto tiene que cambiar, nuestros nietos se merecen

que la historia se repita varias veces.

Mira como gana la selección,

España está aplastando a Yugoslavia

por veinte puntos arriba.

Cambia el rumbo de la evasión,

de Cuba van directos a Canarias,

ya no van a Florida.

Los Mc Donalds están de vacas flacas,

ha vencido la tortilla de patatas.

En Las Vegas no hay black jack,

sólo se juega al cinquillo,

y la moda es en rojo y amarillo.

Lo, lo, lo, lo, lo, seremos de nuevo un Imperio.

Lo, lo, lo, lo, lo, seremos de nuevo un Imperio.

Lo, lo, lo, lo, lo, seremos de nuevo...


Y es que debemos recuperar nuestro orgullo patrio, tan decaído en este maremagno de nacioncillas, alianzas de civilizaciones y otras fruslerías, y volver a ser un Imperio, por lo menos en lo cultural y como ejemplo a las naciones del mundo. Por eso gusta esa canción y todas las que defiendan a España en vez de humillarla.

Fuerza y Honor.

lunes, 23 de noviembre de 2009

Los penúltimos españoles

Corren tiempos difíciles para aquellos que sienten la idea de España como vital. Se podrá afirmar que existen muchas ideas sobre nuestra Nación, pero forzosamente entonces tendrían que converger en algún punto, y no es así. Por un lado, se encuentra la teoría políticamente correcta del llamado “patriotismo constitucional” que no deja de ser un absurdo puesto que carece de sentido ligar una idea que trasciende los siglos a una Ley que es susceptible de cambio y por tanto efímera, por muy respetable y Magna que sea. Más bien parece que el significado interesado que se intenta dar esta frase es la de que no se puede ser patriota sin respetar la Constitución, lo cual a primera vista puede parecer aceptable, pero entonces volvemos al punto anterior. Si un día se modifica la Ley, ¿significa entonces que los que acataron la anterior Constitución no son patriotas? Evidentemente parece que no, por lo menos en la mayoría de los casos, por lo que al final el lógico razonamiento es que eso del patriotismo constitucional es difícil de asimilar.


Por otro lado, se encuentra la idea progresista-nacionalista de España, que es tan confusa que probablemente muchos de los que la defienden ni terminan de entenderla. Una de las causas principales de este galimatías es que realmente esta idea son dos —separatista e izquierdista—, que a veces se solapan mientras que otras divergen por completo. La vertiente separatista es muy clara: España no es más que el Estado al que hay que exprimir para beneficio propio hasta que se consiga la a veces “anhelada” independencia. Y dice “a veces” porque muchos nacionalistas no desean realmente la secesión, conocedores del caos que esta decisión acarrearía para sus correspondiente Taifas, prefiriendo una independencia “de facto” más cómoda en el seno de un ente abstracto que algunos denominan Estado Plurinacional, que simplemente actuaría como soporte y pagano (económico) de los estadillos asociados.


Frente a la anterior, se encuentra la idea izquierdista que es un laberinto aún mayor, puesto que se halla entre dos aguas. Muchos progres pueden sentir la idea de España, pero recelan en parte y no desean proclamarla abiertamente por miedo a que les llame “fachas” o bien por perder el apoyo de los separatistas, que siempre viene muy bien a efectos electorales; por ello adoptan una trayectoria oscilante pasando entonces de vez en cuando a adoptar de mejor o peor gana la vertiente separatista con matices y otras pugnando con ellos, pero siempre manteniendo la distancia con la “derechona”, aunque todavía no se han enterado que la misma ya no existe, salvo algunos radicales minoritarios.


En la esquina opuesta se hallan los que tienen un concepto claro de Nación y de Patria. Son personas sin adscripción política determinada, otros de derechas e incluso algunos de izquierdas que rechazan abiertamente los postulados anteriores. España es lo principal para ellos y la llevan en su corazón, sintiendo profundamente en el mismo los avatares negativos por lo que pasa. Son a los que, como Unamuno “les duele España”, reconocen la gloria de su pasado y sueñan con la grandeza futura el día que algún político adopte sus tesis, lo cual es, de momento, difícil. Son patriotas, pero no patrioteros.


Son los penúltimos españoles, que no se resignan a que su ideal desaparezca. Baste, como ejemplo de lo expuesto, un fragmento del artículo de José María Marco que ha inspirado esta reflexión:


A mediados de los años noventa, una tarde de primavera madrileña con ráfagas de viento fresco y el cielo encapotado, iba con Federico Jiménez Losantos dando un paseo cerca del Parque del Retiro. No eran circunstancias amables, mucho menos alegres, para ninguno de los dos. Debía de ser sábado, o domingo, porque recuerdo las calles casi vacías, con poca circulación.

En un momento de la caminata pasamos por delante de uno de los establecimientos militares que se levantan en la acera norte del Paseo de María Cristina, cerca ya de la Basílica de Atocha. En el patio, solitario y vacío, unos soldados estaban arriando la bandera nacional. Eran unos cuantos cadetes, firmes, ensimismados en una tarea de la que nosotros dos, desde detrás de la valla, éramos los únicos espectadores. Sonó un cornetín. La ceremonia fue limpia, meticulosa. En su seriedad y sencillez, encarnaba como pocas veces he visto la vigencia de la idea nacional española, el respeto que deberían suscitar sus símbolos y su naturaleza eterna, sagrada. Ni Losantos ni yo nos atrevimos a decir nada, pero como él siempre encuentra la forma de expresar lo que hay que expresar, incluso lo más difícil, cuando le miré se llevó una mano a los párpados fugazmente cerrados, como si quisiera reprimir unas lágrimas que a mí me habían inundado los ojos.


Fuerza y Honor.

jueves, 19 de noviembre de 2009

El sistema sanitario. Problemática y posibles soluciones.

El mayor riesgo de los Estados del Bienestar es que al final producen cierto malestar —sobre todo en las arcas públicas— llegando un momento en que los gastos que originan las prestaciones sociales son tan elevados que no pueden ser asumidos a no ser que se incrementen más los impuestos sobre los sufridos ciudadanos. Sin embargo, y aun a riesgo de ser políticamente incorrecto (lo cual me es indiferente) hay que decir que parte de la culpa de los altos costes la tienen los usuarios, que piensan que todo el monte es orégano y los servicios públicos son para usar sin tasa ni freno.

Vamos hoy a analizar someramente la Sanidad, uno de los ámbitos que más coste suponen para las administraciones. Es frecuente que muchos ciudadanos se crean que es gratis, sin ponerse a pensar que la pagamos todos, incluidos ellos mismos. Para ello, este estudio se desglosa en tres partes: gastos de Farmacia, consultas de atención primaria y urgencias hospitalarias.

En el capítulo referido a los medicamentos, la ignorancia de la plebe hace creer a muchos que cuantas más medicinas, mejor. De este modo, se presiona a los sufridos médicos para que se les prescriba a tutiplén, incluyendo esas dolencias que hace años tuvieron y de las que ya ni se acuerdan salvo, claro está, a la hora de pedir recetas, que para eso salen gratis o con un importante descuento si las extiende el facultativo del Seguro. Así, el presunto enfermo de veinte dolencias y real de dos o tres a lo sumo se presenta en la Oficina de Farmacia con veinte o más recetas (si es pensionista, más aún porque no cuestan) para desesperación del empleado de la botica que se tira un buen rato cortando cartoncitos.

Algunos pensarán que el farmacéutico se frotará las manos de gusto, pero esto parece que va a pasar a mejor vida. Circulan rumores que en algunas comunidades hay problemas para pagar a las farmacias los medicamentos dispensados, por lo que podría llegar un momento en que las farmacias incluso se nieguen a adelantar el medicamento y se quiebre la prestación.

Aunque duela, la única solución es que los usuarios aporten más por las medicinas, sobre todo en base a su nivel adquisitivo. Incluso a los pensionistas, si tienen una pensión aceptable, no tienen porqué salirles gratis. Desde luego bastante menos medicamentos inútiles se recetarían.

En cuanto a las consultas ambulatorias, el gasto es más de tiempo que de dinero, pero ya se sabe que el tiempo es oro y el médico no puede dedicar a los pacientes nada más que unos escasos minutos debido a la afluencia de público. Todos sabemos que hay aficionados a estar cada dos por tres en la consulta del galeno, bien a contar su vida, bien a pedir recetas (enlazando con el primer punto) o análisis y radiografías así porque sí (técnicas muy costosas por cierto) y sólo unos cuantos necesitan realmente la visita. Con sólo poner un pequeño ticket disuasorio de dos o tres euros por cada vez que se acuda a la consulta, las listas de espera bajarían a proporciones inimaginables, acudiendo solo los que realmente lo precisan.

Las urgencias hospitalarios son uno de los aspectos más problemáticos y en el que más se abusa por parte de los usuarios. Para comprobarlo, basta con acudir al hospital mientras se televisa un partido de fútbol; las urgencias están vacías o con muy pocos casos. Nada más acabar el evento futbolístico, empiezan a llegar pacientes malísimos, demostrando así que el balompié tiene propiedades curativas.

Estos enfermos “imaginarios” se distinguen perfectamente de los auténticos porque protestan mucho más, lo cual no ocurriría si estuvieran realmente mal. Son los que colapsan los Servicios de Urgencias, originan un gasto que podría evitarse y hace que los médicos y enfermeras no pueden dedicar su tiempo a los que lo necesitan de veras. Un acertado estudio costumbrista los clasifica en tribus, cuyos nombres son los siguientes:

  • ARAPAJOES (arapajoé me hace una radiografía).
  • POYAKES (poyaque estoy aquí me hace una revisión completa). Están emparentados con los primeros, pero son más radicales.
  • POYOASIS (poyoasí no me llevo al agüelo). Suelen acudir en verano acompañando a un familiar de más de 75 años y se niegan rotundamente a llevárselo aunque esté más sano que una ristra de ajos). Si no consiguen dejarlo ingresado, exigen que se les facilite una residencia de ancianos gratuita para el abuelo/a, a pesar de que le quieren mucho.
  • PAESOPAGOS (usté matiende ahora mismo que yo paesopago). Estos son los “reclamadores” que luego no pagan las cuotas de la Comunidad de Vecinos o deben dinero hasta el apuntador, pero son perfectamente conscientes de sus derechos cívicos (aunque no de sus deberes).
  • PIES NEGROS (no hacen falta comentarios).

A modo de conclusión, hay que decir que el vulgo es ignorante de lo que cuesta la Sanidad Püblica, siendo la ignorancia directamente proporcional al grado de exigencia en la mayoría de los casos. Como se expone, con que sólo se exigiera una mínima aportación en los servicios se solucionaría en gran parte el problema y se minimizarían los gastos.

Pero ya se sabe que el dinero público no es de nadie. Por eso nos pasa lo que pasa.

jueves, 5 de noviembre de 2009

La voluntad de Dios

El auténtico sentido de la plegaria reside en pedir que se haga la Voluntad de Dios. No debemos rezar para que se nos otorgue favores, como si fuéramos los favoritos del Ser Supremo, sino para que se cumpla Su Voluntad. Puede que no coincida con la nuestra aparentemente pero, sin duda, es más acertada. Basta recordar que muchas veces hemos deseado cosas que luego se han cumplido y el resultado obtenido no era precisamente lo que esperábamos, tal y como apunta la acertada frase: “No pidas deseos, no vaya a ser que se te cumplan”.

También Santa Teresa abunda en ello: “Dirige tus oraciones a un único propósito, adaptar tu voluntad a la voluntad divina”. De este modo nos convertimos en un vehículo de Dios y reconocemos implícitamente que Él está dentro de nosotros. Si solicitamos dádivas, parece que se lo hacemos a una entidad externa de la que no formamos parte, y las posibilidades de lograr lo pedido disminuyen, con lo que nos sentimos frustrados y nos enfadamos con Él porque no ha hecho caso a nuestras súplicas.

El clérigo, filósofo y poeta norteamericano Ralph Waldo Emerson establecía que la oración utilizada para conseguir un fin privado es algo así como un robo y carece de sentido, mientras que el ser humano fusionado con Dios no suplica y ve la oración en todas las acciones.

Nunca estamos solos. Es mejor orar sabiendo de nuestra conexión al Creador y pedir simplemente fuerzas para manejar nuestros problemas que solicitar que se solucionen como por arte de magia. Dios no usa varita.

domingo, 1 de noviembre de 2009

Jalogüin

Vuelve por estas fechas la neocostumbre (orwelliana e inventada palabra) de vestirse de tarasca y espantajo con el necio argumento de que es Halloween, Jalogüin para los amigos, en un burdo remedo de las fiestas anglosajonas que tan lejos están de nuestra tradición histórica y popular.

En los lejanos tiempos en que este país se llamaba España, estas fechas se solían dedicar a honrar a los seres queridos que ya nos dejaron, así como a celebrar la exaltación de Todos los Santos, pues es bueno recordar que en el Cielo hay mucha gente y numerosas son las moradas que hay en la Casa del Padre ocupadas por nobles almas no veneradas en el Santoral.


También era frecuente que se representara el Tenorio, genial obra romántica que abundaba en las visiones de espíritus y aparecidos para terror de los más pequeños y que muchos sabíamos recitar, por lo menos algunos fragmentos. Hoy día D. Jose de Zorrilla y su obra son olvidados mientras esa noche se celebran saraos en los que unos cuantos lucen sus vestiduras de Frankestein o de espectro y cantan lúgubres canciones; tienen a su favor que canten por la noche pues si lo hicieran por la mañana revelarían su posible condición de cantamañanas.


La gastronomía popular tiene también digna representación. Los huesos de santo y los buñuelos de viento son auténticas delicias al paladar para los más golosos y muy populares en el centro de España. Supongo que por otros lares hay también dulces que se confeccionan por esta época.


Todo esto se va perdiendo por el puñetero Jalogüin, y hay que decir que la culpa no sólo la tienen las modas y costumbres importadas del país del tío Sam. Entre los aficionados a hacer el merluzo disfrazándose de siniestro es asaz frecuente encontrarse a amantes del pensamiento único que sustituyen la motivación religiosa y trascendente por una fiesta laica en la que se intenta desdramatizar la muerte y reírse de lo sobrenatural. Posiblemente el ateísmo de muchos les empuje a ello; el terror que sienten ante la llamada de la Parca y el supuesto vacío que hay detrás les mueve a intentar hacer chanza de ello. Lo malo es que, como después del óbito haya otra vida, mucho es de temer que se encuentren con los espectros y demonios de los que tanto se reían, que les devolverán la burla en justa correspondencia.


Allá ellos. Lo que más molesta es que se disfrace a los niños en muchos colegios modernos, pues en su inocencia aceptan esta nefasta moda como algo natural sin saber que la significación de la fiesta es otra. Yo a los míos no los visto de fantoche.


sábado, 24 de octubre de 2009

Ramón y Cajal


Tal día como hoy del año 1906 se concedía el Premio Nobel de Medicina al glorioso español D. Santiago Ramón y Cajal. Aunque parezca mentira sólo era una persona (nota informativa para víctimas de la LOGSE) pero tuvo que compartir el galardón con otra, el italiano Camilo Golgi, al que no le gustó mucho la idea y no saludó a nuestro insigne investigador en el evento de la entrega. Cosas que pasan en la vida.


Su historia es la de la voluntad y tenacidad como buen navarro-aragonés, ya que nació en Petilla de Aragón, un pueblo perteneciente a la Comunidad Foral de Navarra, aunque enclavado dentro del territorio de la provincia de Zaragoza (o sea, que si Dios no lo remedia, dentro de poco será vasco). Mal estudiante de joven, tras muchas vicisitudes, llegó a Catedrático en la Facultad de Medicina de la Universidad de Madrid, aunque sus estudios sobre el sistema nervioso comenzaron mucho antes.


Las investigaciones de Ramón y Cajal demostraron que las células nerviosas principales, llamadas neuronas, no están unidas unas a otras, sino contiguas sin llegar a tocarse, echando abajo la antigua teoría de la retícula, según la cual dichas células estaban pegadas entre sí formando una especie de red. Lógicamente entonces debe existir algo que permita la conducción de los impulsos nerviosos que han de pasar de una neurona a otra. Ramón y Cajal no llegó a averiguar el porqué de esto, pero años después se vio que en el final de la cada neurona existen unas sustancias neurotransmisoras (las más conocidas son la adrenalina y la acetilcolina) cuya liberación facilita y transmite la corriente eléctrica que constituye el impulso nervioso.


D. Santiago sólo disponía de su microscopio y unas cuantas sustancias para teñir las preparaciones de tejidos que observaba; de ahí su mérito (durante un tiempo tuvo el laboratorio en su propia casa), ero también la imposibilidad de descubrir los neurotransmisores, ya que para ello se precisa material e instrumentos más complejos que todavía no estaban al alcance de la tecnología.


Sus descubrimientos se relatan en su obra principal El Sistema Nervioso del Hombre y los Vertebrados. Queda sólo la duda de si algunos congéneres nuestros se incluirían en alguna de estas categorías, pues sus comportamientos son propios de seres que sólo tuvieran una neurona. Mejor es no citar ejemplos.




domingo, 18 de octubre de 2009

Catecúmenos

Mañana, como todos los lunes, llevaré a mi hijo el pequeño a su reunión semanal de la catequesis. Da gusto ver entrar a los muchachos con su librito bajo el brazo y subir alegres las escaleras de la iglesia como el que va a una fiesta. Él me lo dice que se lo pasa muy bien y que le gusta mucho, aunque supongo que también influye en eso el que van casi todos sus amigos, pero cualquier motivo es bueno para que los hijos se acerquen a Dios, que luego ya tomarán ellos el camino que estimen conveniente según sus creencias.

El bien puede aprenderse, como es el caso que relato. Los ejemplos y las enseñanzas de otros pueden inculcarnos unos valores éticos, morales y religiosos que están dentro de la órbita de lo que podríamos llamar bueno. Pero desgraciadamente, también se puede aprender el mal, y el temario de esa peligrosa asignatura es bastante más subrepticio y subliminal. Un amigo mío dice —y razón no le falta—que una de las artes del diablo es convencer a la gente de que no existe y así pasar desapercibido. Por eso, las enseñanza maléficas suelen disfrazarse de buenos propósitos: igualdad, paz, diálogo, progreso, etc. Sin embargo, lo que subyace en muchos casos es una perversión de estos conceptos que no se corresponde con el significado auténtico de los mismos.

Asistimos hoy en todos los ámbitos a una lucha entre el Bien y el mal (no me gusta escribir este último con mayúsculas para no darle más poder). Y no me refiero exactamente a una pugna directa entre la Luz y las tinieblas, que todo pudiera ser, sino a la confrontación entre unos valores e ideas —que pueden tener sus fallos, porque nada es perfecto en esta tierra— y una posición contraria que se basa en negar las anteriores porque sí, sin dar razones y argumentos de validez, lo cual lleva a pensar que su objetivo último es la destrucción de los primeros. Y destruir no es bueno, sino que lo adecuado es construir. Quizás hay que demoler los restos de una casa vieja y ruinosa, pero no tiene sentido derribar una casa en buen estado simplemente porque no gusta para crear otra probablemente peor. ¿No será mejor arreglar la casa en buen estado que tirarla? Es bastante más fácil, más barato y menos dramático. Las reformas siempre son mejores que las rupturas, y si la casa es España, más a mi favor.

Hay catequesis del Bien y del mal, pero de esta última abundan últimamente los profesores que brotan como setas en otoño que estamos.

Fuerza y Honor.

viernes, 16 de octubre de 2009

El descubrimiento de los anestésicos


Tal día como hoy del año 1846, el Doctor William Thomas Morton, dentista de Boston, utiliza el éter en una demostración pública para producir anestesia quirúrgica, extirpando de forma indolora un tumor en el cuello de un paciente. Unos días antes, había administrado anestesia a otro paciente extrayendo un diente sin dolor.

El profesor de Morton, Charles Thomas Jackson, fue quien había sugerido a aquél el uso del éter. No obstante, las propiedades de este compuesto se conocían desde tiempos de Paracelso y Raimundo Lulio (siglo XVI), que habían obtenido por separado la llamada “esponja soporífera”, mezclando ácido sulfúrico con alcohol en caliente e impregnando una esponja. Se obtiene así éter sulfúrico (también llamado éter dietilico, dietiléter, o simplemente éter), pero su descubrimiento cayó en el olvido hasta los tiempos de Norton.


A partir de entonces el uso de los anestésicos ha contribuido en gran medida al tratamiento del dolor, en particular el asociado a las intervenciones quirúrgicas, aunque ya se sabe que sus efectos secundarios pueden ser peligrosos. Quizás por eso, Jardiel Poncela decía que el mejor anestésico era el estacazo en el cráneo.


Además de la anestesia química, existe otra muy frecuente en nuestros días que es la anestesia mental o ideológica. Este es un tratamiento aplicado por algunas especies políticas con el fin de que la sociedad no piense más allá de lo que interesa, no vaya a ser que tenga ideas propias y se salga de madre. Los compuestos más utilizados para este tipo de anestesia incluyen nocivas sustancias televisivas como el fútbol, los programas rosas y diversos espacios llamados “reality shows”. Es esta componente asociada a la llamada “caja tonta” la que la hace más peligrosa a este tipo de anestesia, ya que hasta mediados del siglo XX era desconocida.


Entre los grandes anestesistas de nuestra época, sin duda alguna el más conocido es el eminente científico —aunque otros lo llaman dentífrico, por aquello de la sonrisa— Joseph Lewis Shoemaker, el cual ha alcanzado grandes progresos en esta técnica que combina grandes dosis de hipnotismo con otra droga muy adictiva llamada Talantina. Sólo un extremo esfuerzo de atención por parte del posible anestesiado consigue vencer sus efectos. Se han contabilizado en algunos países hasta once millones de personas que sufren este tipo de adicción.

jueves, 15 de octubre de 2009

Unos versos de Santa Teresa

Nada te turbe

Nada te espante

Todo se pasa

Dios no se muda

La paciencia

Todo lo alcanza

Quien a Dios tiene

Nada le falta

Sólo Dios basta.


Vivimos tiempos oscuros que se prolongan ya demasiado mermando los ánimos y las ganas de luchar ante la deriva que van tomando todos los aspectos del sistema. La situación por la que atravesamos no deja de ser crítica, aun cuando mucho no quieran darse cuenta y vivan en una Arcadia feliz de la que despertarán de manera más o menos traumática cuando sea posiblemente ya tarde.


Sin embargo, y recordando el día de hoy, vienen a la mente estos versos de Santa Teresa que son un modelo de vida diaria. Efectivamente no hay que turbarse por nada, porque todo pasa, y también esta época de tinieblas pasará; es cuestión de paciencia, esa ciencia de la paz que todo lo alcanza.


Nadie está en posesión de la verdad salvo Dios, que no está de parte de ninguno, y las cosas del mundo no son las del espíritu siendo, por tanto, una arrogancia afirmar que sólo está con quienes defienden aquellas ideas que coinciden con las nuestras. No obstante, un servidor, como buen creyente heterodoxo que es, eleva de vez en cuando sus plegarias por España para que salga de ésta y también para que no vuelvan a repetirse dolorosos errores anteriores.


Santa Teresa decía: “Dirige tus oraciones a un único propósito: que se cumpla la Voluntad de Dios”. Es difícil saber cuáles pueden ser los deseos del Hacedor, pero la intuición dice que deben ir encaminados a que se cumpla lo mejor para todos. O, por lo menos, para la inmensa mayoría, si lo trasladamos al inferior lenguaje de los humanos.


Feliz día a las Teresas.