domingo, 24 de agosto de 2014

San Bartolomé y la estética.




El calendario nos recuerda que hoy es San Bartolomé, uno de los Apóstoles y posiblemente el Natanael que se cita en la Biblia. Patrón de numerosos pueblos de España, es conocido entre otras facetas por lo desagradable de su martirio. Fue desollado vivo antes de decapitarlo, y por eso también es el patrón de los curtidores y los dermatólogos, además de tener fama de obrar milagros en las enfermedades de la piel.

En estos tiempos artificiosos en que muchos hombres y mujeres amigos del look juvenil se estiran la piel en un vano intento de recuperar la juventud —aunque sólo a efectos estéticos— convendría que recordaran a San Bartolomé y mediten que esas cosas no se deben hacer por gusto pues el tejido dérmico es sagrado; entre otras cosas, porque en el van impresos de manera imperceptible nuestra vivencias y valores, nuestros caracteres y nuestra forma de ser. Arrancárselo voluntariamente no debe ser del agrado del Santo por las causas citadas sobre su martirio, y no creo que rezarle para que las operaciones estéticas salgan con bien sea lo más adecuado.

De hecho, en los frescos del Juicio Final que pintó Miguel Angel, San Bartolomé resucita el último día exhibiendo orgulloso su pellejo tan bárbaramente despojado, como puede comprobarse en la imagen de arriba. Y es que las personas deben sentirse agradecidas con su cuerpo y no manipularlo artificiosamente aumentándose las tetas de tamaño o arreglándose la nariz, salvo que las deformaciones sean acentuadas en exceso. Somos lo que somos por algo y los planes del Cielo  no deben alterarse con  la tecnología.