miércoles, 7 de septiembre de 2016

Nacionalismo español (III). El voto.



Una de las problemáticas que asolan a aquellos que defienden la Nación es encontrar un partido que les represente, para así depositar su confianza en él y apoyarle electoralmente para que ejerza desde el poder políticas acordes a la unidad, cohesión y prosperidad de la Patria. El PSOE está descartado de antemano, dada su nefasta gestión demostrada varias veces (sobre todo en la época del Innombrable) y sus amistades y veleidades que a veces tiene con los nacionalistas, hecho éste un tanto absurda actualmente pues ya no le sirve ni para sacar votos en Cataluña. Menos aun Podemos, que es más radical en sus ideas económicas y sintoniza con el llamado "derecho a decidir".

Hasta hace unos años no quedaba otra alternativa que apoyar al Partido Popular. De este modo, todos los calificados como “nacionalistas españoles” votaban al PP, pues es el único que tiene una idea de España y el principal partido nacional en el que puede enmarcarse todos aquellos ciudadanos que rechacen la supuesta ideología progre o populista. Sin embargo, votantes no quiere decir simpatizantes, por lo menos en términos absolutos, resultando difícil coincidir muchas veces con un partido que sorprende a veces con erráticas propuestas que descolocan al personal que en él había puesto sus ilusiones.

Es notorio el afán del PP por intentar que no le tilden de “facha”, inútil esfuerzo, pues la izquierda siempre le descalificará con ese apelativo, además de otros (“derechona”, etc.). Ello le lleva a situarse frecuentemente en la órbita de lo políticamente correcto, con lo nociva que esa postura. Federico Jiménez Losantos llamó con bastante acierto "maricomplejines" a esta actitud. El no intentar parecer extremista a nadie conduce asimismo hacia el centrismo, término “light” que parece instalado en Génova desde la derrota del 2008. Eso por no hablar de sus pasados intentos por entenderse con el nacionalismo “moderado”, que ni es nacionalismo (más bien separatismo) ni es moderado.


Ante la situación, unos siguen creyendo en el PP a ciegas, otros con críticas. Mas la irrupción de nuevos partidos ha modificado algo la situación. La aparición de Ciudadanos y sus propuestas de regeneración se ha llevado bastantes votos del PP, si bien no ha conseguido desbancarle como principal partido del área del centro derecha. El partido de Albert Rivera tiene algunas ideas ilusionantes y ha demostrado su voluntad de contribuir a la gobernabilidad de España, pero mantiene la fe en las Autonomías (lagarto, lagarto) y presenta un sesgo  hacia la izquierda que no gusta a todos.  

Del hartazgo de antiguos votantes y simpatizantes del PP surgió VOX, seguramente la mejor alternativa de todas, si no fuera porque su escasa implantación y el silencio mediático al que se halla sometido, hacen que sea electoralmente muy poco importante. La prensa y la gente de izquierdas le tildan de ultraderechista cuando no lo es, señal inequívoca de que se halla en el camino adecuado.

El tiempo, juez inexorable, decidirá si los “nacionalistas españoles” (la mitad de la población al menos de este sufrido país) se decantan por unas opciones o por otras.


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