miércoles, 3 de febrero de 2010

Por San Blas, la cigüeña verás…


…Y si no la vieres, año de nieves. El refrán se ha cumplido este año inexorablemente para desesperación de los apologetas de la fantasía climática. Las cigüeñas no han llegado, pero los buitres continúan volando sobre los restos de la vieja España que se resiste como gato panza arriba a abandonar sus tradiciones, una de las cuales es precisamente el culto a este noble varón de la Iglesia, patrón de los otorrinolaringólogos (casi se asfixia uno al decir el palabro) y protector de la garganta y de las vías respiratorias que nos dan la vida.


San Blas fue un médico y ermitaño que vivió en la actual Turquía durante los siglos III y IV de nuestra era, cuando todavía no existía la Alianza de Civilizaciones. Obró numerosos milagros en personas y animales (de más de dos patas) y cuenta la tradición que salvó de morir a un niño que se había atragantado con una espina de pescado, de ahí su fama a la hora de remediar las patologías de las vías aéreas, que nada tienen que ver con los aeropuertos ni con Maleni.

Fue martirizado durante la última —de momento— persecución de los cristianos, llevada a acabo por un sujeto llamado Agrícola, a la sazón gobernador de Capadocia, y que no debía tener muy buen talante aun a pesar de lo bucólico de su apellido. Sus captores le echaron a un lago, pero San Blas consiguió ponerse en pie y caminar sobre las aguas como Jesucristo, muriendo ahogados en cambio los guardianes que intentaron perseguirle. Finalmente fue decapitado por aquellas gentes tan tolerantes.

Su fiesta es celebrada en muchos pueblos de España que lo tienen como Patrón y en algunos, como es el caso de Yecla (Murcia), se confeccionan los panes de San Blas, que se bendicen y se entregan a los fieles (y supongo que a los infieles) para que los coman, debiendo rezar antes un Padrenuestro para que la bendición tenga efecto y el protagonista no se atragante. Asimismo, y aunque no hay que dar ideas al adversario, los progres pueden también conmemorar esta fecha como festividad laica, ya que los días comienzan a ser más largos y el fin del invierno comienza a verse más cerca (“Por San Blas, hora y media más”).

Mucho necesitamos de la ayuda del Santo en estos tiempos, pues malos vientos se respiran en la antigua piel de toro. Que San Blas nos ayude y entre un soplo de aire fresco en España.

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