lunes, 11 de enero de 2010

Tristes Navidades

Acabado el paréntesis de las fiestas navideñas, todo vuelve por donde solía. Tristeza, depresión, crisis en la economía y en la sociedad. Recibos, facturas, plomazos que llaman por teléfono para comunicarte las maravillas de su empresa y vender la moto, la vuelta a la normalidad, vamos.

No han sido estas Navidades, en opinión de este observador de lo cotidiano, como otras, no. Han sido mucho peores. No se palpaba en el ambiente la magia de las fechas eternas sino más bien un frenesí consumista que cada año es más acentuado y que constata la decadencia del espíritu a favor del ímpetu de la materia.

Miríadas de bípedos acudían compulsivamente en grandes masas a los grandes almacenes para comprar las cosas que no necesitaban con el dinero que no tenían, mientras le pisaban el callo a este humilde servidor que intentaba circular pacíficamente por la vía pública o comprar algún regalito para sus allegados. Pocas veces se ha visto tanta gente en la calle pero con menos ilusión; sólo el afán de adquirir artículos como si no les quedara otra cosa en la vida. Sólo dos razones pueden explicar el comportamiento: la desesperación vestida de apariencia o el consuelo efímero que dan las cosas. En ambos casos, una tarea inútil que para nada sirve salvo para alimentar un ego mortecino que busca afanosamente la comparación con los demás sin percatarse de que no estamos separados de ellos.

Mas llegan las primeras nieves de enero y, con ellas, el crujir de dientes en forma de quiebra económica, mucho peor que ese hielo que se rompe en mil cristales como hacen las ilusiones rotas. Aquellos que se han gastado lo poco que tenían en fabricar una quimera forzada volverán a sufrir en sus carnes la dureza de la realidad como penitencia a su escaso raciocinio.

Triste sino el suyo. Triste sino el de España.

5 comentarios:

Francis Nicolás dijo...

Muy bueno, Emperador.

Decía Melendi que la "Navidad la ha "inventao" el Corte Inglés..."
Y ojalá fuera eso... Me temo que aquí cada uno se inventa la Navidad que puede... y las imaginaciones no están para mucho despliegue.
Procuro sacar la conclusión de que durante estas Navidades he aprendido a querer más a los que me quieren y rodean.. sóloentonces estarájustificado el derroche jamonil, polvoronero y turronero... sino todo quedará en triste colesterol.

He disfrutado leyéndole.

Hasta que su Majestad se despierte.

Un abrazo,amigo Emperador.

Cualquie dijo...

Hola, chinito. Ya sabes que para mí no hay diferencia entre veranos, navidades y demás, todo es igual de malo, ni compro ni veo comprar ni nada de eso. Pero sí, me acuerdo de cuando hace veinte años yo también salí a comprar, y de cuando después se acababan las navidades.
Un abrazo fuerte.

PRIMEROABRIL dijo...

Hola Emperador,

La vuelta al trabajo o al "cole" siempre es algo depresivo, sobre todo cuando te encuentras con la realidad de los pagos y de los excesos navideños. Navidad, nochevieja, Reyes...una cadena de festejos injustificados y creados por una sociedad de consumo asustada por perder su estatus. Los felices 20 y ahora los infelices 10. En fin, el tiempo todo lo cura y no hay mal que cien años dure, o al menos no lo veremos.

un abrazo

Fran Capitán dijo...

Hola, Emperador.

Yo soy uno de esos plomazos que te ha llamado por teléfono... Mejor dicho: me llamaste tú. En cuanto a depresiones, pues ya sabes: yo tengo las mías, como todo hijo (de vecino) del siglo XXI, pero me animaescribir y, sobre todo, me anima leer a los amigos, a gente buena, como tú...

Espero que el año se anime con: un rayo divino que fulmine a ZP; un golpe de suerte que te haga millonario, e invites a comilona en Riofrío; un golpe de suerte para Cualqui, que lo necesita más que tú o yo... Cualquier golpe de esos será bueno, menos un golpetazo a causa de la nieve.

Abrazos, Emperor

Impertérrito dijo...

Pues si, éste año es el CUESTON de Enero. Mas que nada, porque (como has dicho tu), la gente ha comprado lo que no necesitaba, con un dinero que no tenía, para aparentar lo que no eran, ante unas personas que no les gustaban.

En mi caso, como el frío me arrincona en casa, he salido poco, así que cuando cuentes lo de pisarte el callo, deja claro que yo no he sido. Si acaso mi mujer, que esa si que ha salido por los dos.

Ahora vendrán las madresmias, éste año mas que ninguno, por desgracia.

Un abrazo.