sábado, 24 de noviembre de 2012

Carabanchel






Carabanchel, el corazón del suroeste capitalino y uno de los barrios más castizos e históricos de Madrid, se extiende desde las riberas del Manzanares hasta los confines de la Villa lindando con el municipio de Leganés. Tuvo el barrio entre sus vecinos más ilustres a don Francisco de Goya que vivió en los parajes ya denominados en su tiempo como Quinta del Sordo, pues existió un sordo anterior al que el pintor compró la casa.  


Goya retrató a Carabanchel en alguno de sus lienzos rememorando las conocidas fiestas que se celebran todavía en la pradera que durante el Medievo ocuparon las tierras de Iván de Vargas; campos de labor entonces a cuyo cargo estaba el santo varón San isidro, que las cultivaba con amor y también con la ayuda de los ángeles a la par que hacía milagros por doquiera que iba. La Ermita del Santo, también inmortalizada por el genio aragonés,  se yergue aún majestuosa en lo alto de la colina que domina el  Manzanares como un atisbo del cielo, que ya se ve más cercano.  Por encima del río y un poco más allá, el histórico puente de Toledo, construido por Pedro de Ribera y de estilo barroco churrigueresco, por el que paseaban chulapos y modistillas en eternos requiebros y amorosas disputas, une Carabanchel con el centro de la ciudad. Y en la otra orilla, más allá del río pequeño, el estadio Vicente Calderón donde el club Atlético de Madrid proporciona tardes de gloria y también de sufrimiento a sus seguidores, seguramente los mejores hinchas del mundo pues tal es la pasión por sus colores que son dignos de admiración y homenaje aun cuando no se comulgue con su colchonero credo.

A mediados del XIX, Carabanchel era una zona elegante donde los nobles y gentes con posibles tenían sus casas y fincas para descanso y solaz. Destacaban entre todas la propiedad que perteneció a la familia de Eugenia de Montijo —prácticamente desaparecida— y, sobre todo, la inmensa finca de Vistalegre, casi del tamaño del Retiro, que fue primero de la Casa Real y luego del Marqués de Salamanca. Es un conjunto de palacios y jardines aún existentes aunque muy deteriorados, pero que reflejan todavía el esplendor de su pasada gloria (actualmente se están restaurando algunas de sus zonas). De ella tomó el nombre la famosa plaza de toros cercana, aquellos “toros de Carabanchel” de las zarzuelas, que hoy  reconstruida y convertida en Palacio de Vistalegre alterna el arte de Cúchares con los conciertos de música moderna y los mítines políticos.

“¿Y si a mí no me diera la gana
de que fueras del brazo con él?
Pues me iría con él de verbena
y a los toros de Carabanchel.”

En lo que fue la antigua carretera que subía de Carabanchel Bajo a Carabanchel Alto llama la atención una puerta o fachada con marquesina del mejor estilo art nouveau que da entrada a la Colonia de la Prensa, la primera ciudad residencial para periodistas que hubo en España y de la que sobreviven todavía treinta o cuarenta chalets u hotelitos modernistas que merecen una visita si se pasa por allí. Calles tranquilas y recoletas con magnificas construcciones y jardines que conservan restos y rincones que forman parte de la memoria colectiva de los madrileños.

Ahora, en Carabanchel ya no hay ricos ni emperatrices de Francia, aunque algún periodista queda y quedará. Es un distrito donde viven clases medias y trabajadoras, de esas del común pero que tienen el mérito de haber levantado España en su día. Algo de mala fama le vino al barrio por ubicarse allí desde la posguerra hasta 1999 la tristemente célebre Prisión Provincial, pero en cuyo emplazamiento nada tuvieron que ver los vecinos, que solían decir a modo de defensa “Yo vivo en Carabanchel, pero fuera”. Ya fue derribada y en su lugar queda un inmenso solar a la espera de destino.

Y, sin embargo, y a pesar de su historia, los carabancheleros son “de clase baja”, o eso le ha espetado una diputada socialista al consejero y Portavoz de la Comunidad de Madrid, Salvador Victoria, oriundo del barrio, que ha respondido admitiendo "con orgullo" ser "de clase baja, de Carabanchel y a mucha honra". Como debe ser.


La desafortunada intervención ha generado un montón de mensajes en Twitter que bajo la etiqueta o hashtag #orgullocarabanchelero colocan a la prócer en su sitio. Y es que a estos progres se les ve el plumero, pues muchos viven —o se van a vivir en cuanto pueden— a las mejores zonas, porque la clase obrera es la que va al paraíso pero ellos se buscan rápido el Edén en este mundo, por si las moscas. Viva la lucha de clases, sí señor

Pero, sobre todo, Viva Carabanchel.


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