miércoles, 6 de julio de 2011

El idealismo en la poesía de la guerra Civil (I)


Comienza aquí una pequeña serie de dos entregas sobre la poesía en la guerra Civil española. Son dos muestras —una de cada bando— aparentemente separadas pero que tienen mucho en común si se analizan del modo más imparcial posible. En ambas se encuentra el idealismo como eje fundamental del pensamiento de los españoles de entonces.


En la opinión de éste que escribe, hoy el modo de vida nos hace ir a lo práctico y tener los pies en el suelo, desgraciadamente demasiado en el suelo. Podrá argumentarse que los sueños imposibles son tareas vanas, pero los filósofos reconocen los valores que subyacen en lo utópico. Por un lado, orientan hacia el futuro; no se hubieran inventado los aviones si desde hace siglos no hubiera existido el irrefrenable deseo humano de volar; tampoco se hubiera conquistado un Imperio a no ser por los sueños de aquellos aventureros que se lanzaron más allá de la Mar Océano sin saber que se encontrarían al final de su viaje que muchos presumían al abismo.


Por otro, el idealismo nos permite tener esperanzas, imprescindibles para seguir en la vida. Y también la comparación con la sociedad idílica nos permite criticar la realidad existente y subrayar sus defectos. Sí, es bueno ser idealista, aunque sin vivir totalmente en La Inopia.


Una vez realizado este preámbulo, veamos el primer texto. Confieso que esta es una de las poesías que más me gustaban en mi juventud, como a muchos que entonces simpatizábamos o militaban en la izquierda. Con el paso de los años, la ideología ha cambiado o desaparecido pero la reflexión continúa.


Es el soneto que Antonio Machado dedicó al comunista Líster, “Jefe en los Ejércitos del Ebro” y muy conocido por la estrofa “Si mi pluma valiera tu pistola”. Poco importa aquí el personaje al que se dedica el texto, sino el texto en sí.


A LÍSTER, JEFE EN LOS EJÉRCITOS DEL EBRO

Tu carta -oh noble corazón en vela,

español indomable, puño fuerte-,

tu carta, heroico Líster, me consuela,

de esta, que pesa en mí, carne de muerte.


Fragores en tu carta me han llegado

de lucha santa sobre el campo ibero;

también mi corazón ha despertado

entre olores de pólvora y romero.


Donde anuncia marina caracola

que llega el Ebro, y en la peña fría

donde brota esa rúbrica española,


de monte a mar, esta palabra mía:

"Si mi pluma valiera tu pistola

de capitán, contento moriría".


El idealismo casi utópico se plasma en varios detalles que se explican a continuación. Ya se sabe que el comandante del Quinto Regimiento no era precisamente un niño del coro pero Machado lo exalta hasta la veneración, (“noble corazón en vela, español indomable…”) con la fe propia de los que ven, equivocadamente o no, virtudes extraordinarias en las personas o en las cosas que admiran o defienden. Hay que decir también que posiblemente Machado escribiera tan excesiva hagiografía por su afán de quedar bien con el Frente Popular y evitar represalias o depuraciones —sobre todo tras el apoyo de su hermano Manuel a la causa de los nacionales— como apunta en alguno de sus libros César Vidal. Como ya se ha apuntado, siempre se debe combinar la idealización con el pragmatismo para salir adelante en la vida.


Llama asimismo la atención el que hable de “lucha santa”, máxime cuando la España republicana era laica e incluso antirreligiosa. Ello se explica porque el poeta era creyente, como muchos otros republicanos, y nuevamente el idealismo sublima los hechos uniendo a Dios con la causa que se cree justa. Sorprende también la declaración de superioridad de las armas frente a las letras (“si mi pluma valiera tu pistola”), y más en una persona cuyo talante era más bien pacífico, aunque la utopía nos dice que la felicidad puede llegar tras la tragedia y la guerra no sería sino un paso hacia un mundo ideal.


Por otro lado, la presencia de frases como “esta rúbrica española” o “español indomable” nos hacen ver que la idea de España está siempre presente en Machado, como es observable también en el resto de su obra. Una visión utópica y a veces crítica e incluso contradictoria (fue miembro de la Asociación de Amigos de la Unión Soviética) como es común a la Generación del 98, pero desde luego muy distinta a la del Frente Popular.


Religión y España son valores normalmente atribuidos a la derecha, pero esto no es cierto en sí mismo, sino que forman parte de nuestra herencia genética y cultural aunque sean interpretados de distinto modo. Seguramente si D. Antonio hubiera sido de derechas habría escrito un soneto semejante a Franco, Mola o Moscardó, y no sólo por afinidad ideológica, sino también porque los ideales comunes están en el inconsciente colectivo de todos los españoles.


(Continuará).

1 comentario:

Antonio M dijo...

Sí es cierto que el idealismo aparece con frecuencia en la poesía más, quizás, que en cualquier otro sitio; si bien en D. Antonio Machado me sigue llamando la atención su realismo y rabiosa actualidad en versos como:

Españolito que vienes
al mundo te guarde Dios.

Una de las dos Españas
ha de helarte el corazón.


Un abrazo.