martes, 29 de marzo de 2011

Demagogia

Llega la primavera a este blog y como se dice que la sangre altera, a este bloguero se le ha alterado el intelecto y ha empezado a elucubrar. Por eso, trae hoy a cuento este “conceto” que todo el mundo usa para desprestigiar al contrario, pero que casi nadie sabe lo que es. Así, cuando un adversario, por ejemplo, pregunta la hora, es muy fácil contestarle: “No hagas demagogia”. A un servidor eso de la demagogia le suena a antropofagia, aerofagia, zoofilia o similar, pero parece ser que por ahí no va el tema.

Teóricamente, la demagogia es apelar a las emociones de la plebe para ganar sus favores, lo cual es una obviedad. Todo el mundo sabe que hacerle la pelota al pueblo queda muy bien y gana votos, según lo cual todos los políticos serían demagogos, lo que evidencia que este concepto es un absurdo en sí mismo. El ser humano vive de sensaciones agradables y desagradables y, desde luego, prefiere las primeras —salvo los masoquistas— por lo que a todos nos gusta que nos regalen los oídos escuchando lo que queremos escuchar.

Los eruditos (que son los erudos cuando son pequeños) distinguen varias formas de demagogia. Veamos algunas.

1) La falacia o sofisma. Es un razonamiento malo que parece bueno. Por ejemplo, el que es progresista cree que se halla en el camino correcto, porque asume que el progreso siempre es bueno, mientras que el conservador o cualquiera que quiera preservar una serie de valores sería una especie de monstruo casposo y rancio (de hecho, así nos llaman).

Un sofisma muy utilizado es el argumentum ad populum, según el cual el pueblo es sabio y no se equivoca (“es lo que quiere el pueblo”). Hace siete años, una gran parte de ese cúmulo de sabios decidió que Zapatero era el mejor. Hoy, nadie lo cree (bueno, salvo Zapatero).

2) La manipulación de los significados, que conduce al relativismo. Nada es como se dice, sino como queremos. Así cuando queremos contentar a los separatistas, decimos que la nación española es un “concepto discutido y discutible”.

3) La redefinición del lenguaje, muy orwelliana ella. Se elimina palabras incómodas o políticamente incorrectas sustituyéndolas por otras más modernas y del gusto del sistema (la “guerra de Libia” no es una guerra: es el cumplimiento de una resolución de la ONU o, simplemente es “la crisis de Libia”):

4) El jugar al despiste, lo que se plasma en el conocido diálogo:

¿Dónde vas?

Manzanas traigo.

Una variante muy utilizada del despiste en círculos políticos es la demagogia numérica (o estadística fuera de contexto). Esta táctica es usada por algunos tertulianos y políticos progres cuando se les recuerda la crisis económica. Automáticamente comienzan a desgranar un rosario de cifras macroeconómicas incomprensibles para que nadie se entere, pero que dan una sensación de solidez en los argumentos indefendibles que sostienen.

5) La demonización del contrario. Aquí no hace falta explicar nada, porque todos ya sabemos lo que es y hemos sufrido las iras, críticas y reproches de amigos, familiares y conocidos que nos tachan de radicales, fachas y otras lindezas.

6) La dicotomía o falso dilema. Es el clásico “o estás conmigo o estás contra mí”, y si estás contra mí, eres malo (vuelta a la demonización) También muy conocido.

Durante estos siete años, la izquierda ha usado estos argumentos. Perderán ahora, pero los seguirán usando. Es su naturaleza.

3 comentarios:

Interruptor dijo...

Es evidente que los seguirán usando. Cuando no hay argumentos que sustenten unas ideas, sólo se pueden defender con tácticas propagandísticas y con mentiras disfrazadas. Cuando no se sabe o no se quiere responder a algo, en lugar de dar la respuesta a la pregunta se canta una canción de Amaral.

Son así y lo llevan en los “genes ideológicos”.

Antonio M dijo...

Buenas, Emperador. Muy didáctica esta "entrada" suya. Si bien, hay un apartado que lo tiene ya anticuado. Me refiero a lo de "la demagogia numérica (o estadística fuera de contexto)". Este tipo ya ha avanzado pues además de todo eso se une el que las cifras son "retocadas" para que la demagogia surta mayor efecto entre el populacho. Mire:

http://www.outono.net/elentir/2011/03/30/las-pruebas-de-la-manipulacion-de-los-indices-de-criminalidad-por-el-gobierno/

Anónimo dijo...

La demagogia no es mala de suyo... es sana y deportiva para el tahúr, el ventrílocuo, el farsante, el judas, el matachín, el usurero, el cínico, el manipulador, el cómico... incluso a veces es utilizada por algún político...

La demagogia no es mala de suyo...
Lo más grave de ser demagago es cuando un día olvida que lo es y empieza a comportarse como si fuera un ser normal, honrado y plagado de virtudes. Entonces se convierte en algo peligroso...