jueves, 20 de enero de 2011

El pinganillo/ El pinganet / Pinganilloak / O pequeno chintófano



Acertó Valle-Inclán cuando creó el esperpento y más aún acertó Dios por situar al gran Don Ramón María en esta tierra de España, donde la tragedia se viste con el traje de la deformidad grotesca que se origina en los espejos del callejón del Gato. Sería imposible que en otro lugar acaecieran los tamaños despropósitos que aquí acontecen y se vistieran de tan aparatosos oropeles para ocultar el absurdo de su esencia, como aquella mona que se vestía de seda y seguía siendo mona. Y España sigue siendo España, para bien o para mal; y todos se siguen disfrazando para parecer distintos, aunque todos saben lo que son.


Libertad Digital


Sólo en la vieja y castigada Hispania ocurren situaciones tan chocantes como aquella en que los que menos se sienten nativos —o simplemente, se sienten “distintos” e incluso a veces distantes— dominan gracias a componendas políticas que la mayoría incomprensiblemente admitió para no molestar. Y ya tenemos otra vez el tinglado “montao”, ahora en forma de pinganillos que cuestan sus buenos dineros para traducir a los compatriotas, aunque luego, a la hora de la pitanza o del refrigerio, todos en el bar se entiendan perfectamente en el mismo idioma y se zampen unas tapas en amor y compañía sin acordarse de los cascos (léase en minúscula) que hace un rato tan urgentemente precisaron.


Tiempos son éstos de oscuridad y de realidad deformada con millones de personas que pugnan en el valle de lágrimas del desempleo mientras se dilapida el dinero público, ese que no es de nadie, en resucitar la Torre De Babel; y para más añadidura en una institución que muchos opinan prescindible y cuya operatividad es cuasi nula. Mal presagio, malo, porque las maldiciones bíblicas por algo vienen, si bien esta vez Dios no castiga a los hombres por querer ser más, sino que ellos mismos se castigan por querer estar cada vez más separados y ser cada vez menos, aunque sólo sea a nivel territorial.


La Historia es benévola, pero la paciencia del tiempo tiene un límite. El canciller Bismarck dijo una vez “El español es un gran pueblo; durante siglos sus gobernantes han intentado acabar con él y no han podido”.


A lo mejor esta vez sí pueden.

3 comentarios:

Interruptor dijo...

Y después resulta que no hay político con narices que tenga la más mínima intención de acabar con el sistema de autonomierdas, que es a la vez fuente y consecuencia de toda esta estupidez. Y seguimos dándole cancha al nacionalismo. Así nos luce el pelo.

¿Quién dijo que aquí no cabe un tonto más? Se equivocaba, en España siempre cabe un tonto más.

Antonio M dijo...

El Senado, desde su fundación tras la transición, ha evolucionado: Ahora ya es inútil en cuatro idiomas.

Un abrazo

Pinganillos dijo...

Me resulta un gasto innecesario el uso de estos aparatos en el Senado. Encima en tiempos de crisis cuando estan recortando por todas partes :(