miércoles, 2 de diciembre de 2009

La vacuna

Se conmemora por estos días el comienzo de la aplicación de la vacuna antivariólica —contra la viruela— en España. La palabra “vacuna” deriva de “vaca”, ese simpático bóvido que se ríe en las cajas de quesitos debido a que, precisamente, la primera vacuna se descubrió a partir de estos cornúpetas gracias a las investigaciones del médico inglés Jenner en el siglo XVIII.

De antiguo se sabía que las personas que se dedicaban a ordeñar solían infectarse con el virus de la viruela vacuna, que produce ampollas en las ubres de las vacas y también en las manos y brazos de las personas que las manipulaban (en el buen sentido). Sin embargo este virus vacuno es menos peligroso que el de la viruela humana, enfermedad muy contagiosa y mortal a menudo.


Estas personas infectadas de viruela vacuna no sufrían nunca la terrible enfermedad humana. Jenner decidió probar que la viruela vacuna protegía a las personas de la viruela humana; para ello sacó fluido de una pústula (ampolla) de una mujer que se dedicaba al ordeño (de las vacas) y se la inoculó a un niño sano dándole varios cortes en el brazo e introduciendo el líquido. Unas semanas después inoculó al niño (que hacía de conejillo de Indias) con el virus vivo de la viruela humana, y el niño no enfermó. Probó con más gente y todos los inoculados nunca llegaron a sufrir la enfermedad, puesto que quedaban protegidos.


La vacuna comenzó a aplicarse en todo el mundo y en este sentido el papel de España fue determinante, pues fueron los españoles los que impulsaron una expedición a América (comandada por el insigne médico Balmis) para propagar la vacuna. Para ello se valieron de 22 niños huérfanos que eran infectados con viruela vacuna de uno en uno en cadena y hacían de reservorio. Si bien el método era algo expeditivo, por lo menos no pueden acusarnos esta vez de no haber hecho un bien a la humanidad y nuestra labor en América no sólo se redujo a matar indios como dicen algunos miserables.


Aquí


La palabra "vacuna" no se hizo popular hasta el siglo XIX cuando Pasteur (descubridor de la vacuna contra la rabia) comenzó a usarla. Desde entonces se conoce como vacuna toda inoculación para prevenir una infección bacteriana o vírica.


El éxito de la vacuna antivariólica en la prevención de la enfermedad ha sido tal que hoy día, la viruela ha sido erradicada en el mundo. Tan sólo se guardan celosamente algunos cultivos por si un día es necesario fabricar nuevas vacunas.


Las vacunas son buenas, pero también tienen sus riesgos. Precisamente a cuento de la nueva gripe, andan todos los organismos internacionales y gobiernos recomendado su aplicación. Allá cada cual con su conciencia pero, dado que la letalidad del virus H1N1 no parece ser tan alta como se presumía, se impone una reflexión sobre el balance beneficio-riesgo de tal vacuna. Muchos médicos y miembros del personal sanitario se han negado a ponérsela por los posibles efectos secundarios de los coadyuvantes, que son las sustancias añadidas para potenciar la inmunidad que incorpora este fármaco.
El más peligroso es el síndrome de Guillain-Barré, parálisis ascendente de origen autoinmune y que puede estar relacionado con un exceso de anticuerpos descontrolados que atacarían las propias estructuras del sistema nervioso, por explicarlo de modo simple.

Teniendo en cuenta que existe la posibilidad (remota, pero existente) de quedarse en una silla de ruedas, la verdad es que pocas ganas dan de arriesgarse. Salvo enfermos de mucho riesgo, más vale pasar el trancazo como se ha hecho clásicamente, pues ya se dice que la mejor medicina es la que no se toma y la mejor operación la que no se hace.


1 comentario:

Impertérrito dijo...

Interesante artículo, Chinito. Creo recordar que, años ha, ya publicaste otro en relación con éste tema.

Pues fíjate, si llego a leer antes (o si tu lo hubieras publicado antes) éste artículo, quizá no me hubiera vacunado contra la gripe A. Me vacuné el Lunes pasado, y me encuentro perfectamente, parece ser que me ha ido bien. Conozco a una decena de personas vacunadas antes que yo, y están perfectamente.

¡Vivan las vacas!

Un abrazo.