sábado, 7 de marzo de 2009

Apostolado doméstico


Las personas suelen ser de costumbres, ideas y tradiciones arraigadas, por lo que es difícil convencerlas para que las renueven y sustituyan por otras. Por eso, puede parecernos simplemente extraño ese método que utilizan los miembros de algunas confesiones religiosas, y que consiste en abordarnos por las calles o llamar a nuestra puerta para dar una charla en la que se nos intenta persuadir de las bondades de su fe y así convertirnos a ella.


Son los Testigos de Jehová los que más frecuentemente adoptan este tipo de técnicas de captación. No digo yo que no consigan adeptos de esta forma; de hecho es como han conseguido engrosar así sus filas de fieles, pero debe ser un trabajo ímprobo y creo que deben abordarse miles de personas con este método para poder convencer a una.

Otras dos creencias de esta particular confesión que suscitan recelo en el resto de la sociedad son su idea de que el mundo se acabará pronto y su negativa a las transfusiones sanguíneas. Sobre la primera, afortunadamente ya no dan una fecha fija, porque se han equivocado un montón de veces, pero aún recuerdo a finales de los 70, cuando decían que el fin del mundo sería en 1975 y el desasosiego que generó aquellos en numerosas personas, incluyendo al que esto escribe, y que en esa época era un niño fácilmente impresionable, como es de suponer. Asustando no se ganan adeptos.

En cuanto a la negativa a las transfusiones, se basa en un pasaje de la Biblia que dice que no se coma sangre, lo cual es susceptible de diversas interpretaciones y, por tanto, muy discutible. La Voluntad de Dios no puede ser que muera una persona si existe un medio para la curación en forma de sangre, donada además por otro ser humano en uno de los mayores actos de generosidad y amor al prójimo que pueden darse. Esta negativa plantea asimismo un problema moral y legal en el médico, cuyo código ético le obliga a salvar la vida.


Se puede entender que una persona se niegue a aceptar una transfusión para ella misma, aunque no se comparta, pero dejar morir a un hijo es una acción totalmente inaceptable para la mayoría, máxime cuando son niños pequeños sin posibilidad de decidir, e incluso jóvenes adultos que además ni siquiera eran Testigo de Jehová, pero estaban inconscientes y no podían otorgar su autorización a la transfusión.


En fin, que queden con Dios, pero a mí no me convencerán. A propósito de este asunto, un matrimonio andaluz ha colgado de su puerta el original cartel que a continuación se reproduce para evitar así este tipo de visitas. Saludos cordiales.


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