martes, 8 de enero de 2013

La tauromaquia y España


Nunca me gustaron los toros. Me parecían una ceremonia sangrienta y cruel en la que perdía siempre el mismo, o sea el cornúpeta, pues su fin era seguro aun cuando corneara al torero. Sin embargo, el devenir de los años hizo ver con otros ojos a éste que os escribe eso que llaman la Fiesta Nacional. Me sigue pareciendo sangrienta pero en ella se aprecia un ritual casi mágico estudiado y desarrollado cuidadosamente durante siglos. Una fiesta de la Cultura popular y del Arte; y una fiesta nacional, pues aquí tiene su origen aunque se haya expandido a las Américas e incluso a países como Francia, donde la afición va en aumento y se han declarado los festejos taurinos como patrimonio cultural inmaterial.

Precisamente ahora, cuando uno ya veía las corridas de toros con tolerancia —aunque siguen sin gustarle— y entendía que forman parte de nuestro acervo histórico y cultural, se prohíben en Cataluña. Como todos sabemos, dicha prohibición no se basa en un supuesto amor a los animales (se permiten los correbous porque son una “tradición”, como si los toros no lo fueran), sino en un rechazo a todas las señas de identidad que puedan considerarse españolas, razón de más para defenderlas. 

La prohibición es otro paso adelante hacia el fin de la Nación española, y otra derrota más frente a los separatistas, y eso no se debe tolerar bajo ningún modo. Si en las próximas elecciones gana el Partido Popular (cosa que deseo aunque no sé si les votaré), debe hacer todo lo posible para que los toros puedan celebrarse en cualquier rincón de España. Y Cataluña es España, mal que les pese a algunos que solo se acuerdan de  ella la hora de recibir dinero, que en eso no se sienten diferentes.

No sólo hay un ataque a España, hay también un ataque a la Libertad. España y Libertad, las dos ideas fundamentales que rigen la vida de la mayoría de los que escribimos en las paginas virtuales de la Resistencia de Internet. Por ello, la moderación se ofusca y aparecen el rechazo, la rabia y la frustración al ver que las metas que soñábamos se van desvaneciendo poco a poco, como nubes que se van deshilachando en el cielo.

Pero no quiero pensar todavía lo que muchos ya piensan: Que si se quieren marchar, que se marchen. Seguramente la mayoría no lo desea; pues entonces que despierten y se quiten de encima a sus gobernantes separatistas.

1 comentario:

Leonor dijo...

A mí tampoco me gustan, pero sé que hay que permitir a la sociedad que decida, si se le impone o prohíbe se provocará que reacciones con más virulencia. Si he de serte sincera, sigue sin gustarme que a un animal tan bello como el toro (y que nos representa como país, no en vano España es conocida como "la piel de toro", se le alancee como una aceituna, pero he de reconocer que hay una danza bella entre el torero y el toro. Si se quedara en eso, luego si se le sacrifica para comer (tengo entendido que el rabo de toro está muy bueno) que se le haga de manera humanitaria, aunque creo que con la sociedad tan enferma que estamos viendo quizá sea pedir demasiado.
¡Saludos!