Todo vuelve, porque la historia se repite y esperemos que esta vez
no sea como tragedia ni como farsa. Abre otra vez el “Rock-Ola”, templo
de la movida madrileña de los 80 donde este humilde servidor aporreó
varias veces las teclas de su sintetizador. Cerrado por una reyerta en
la que hubo un muerto (fuera del local, no en su interior), renace como
Ave Fénix en otro sitio de Madrid, pero esperemos que el espíritu sea el
mismo.
En el viejo Rock-Ola se
dieron a conocer muchos grupos que luego fueron famosos. Como Radio
Futura, quizás el de mayor calidad técnica y musical, y el más original
en cuanto al sentido de las letras de sus canciones, compuestas en su
mayoría por Santiago Auserón. Eran estrofas poéticas, extrañas,
surrealistas, y a veces graciosas; téngase en cuenta que Auserón es
Licenciado en Filosofía y ahora afín a Podemos, surrealismo puro.
He vuelto a recordar una de sus canciones más conocidas, “La estatua del jardín botánico”.
Un día más me quedaré sentado aquí
en la penumbra de un jardín tan extraño
Cae la tarde y me olvidé otra vez
de tomar una determinación
Esperando un eclipse
me quedaré
Persiguiendo un enigma
al compás de las horas
Dibujando una elipse
me quedaré
entre el sol y mi corazón
Junto al estanque me atrapó la ilusión
escuchando el lenguaje de las plantas
Y he aprendido a esperar sin razón
Soy metálico en el Jardín Botánico
Con mi pensamiento sigo el movimiento
de los peces en el agua
Hace unos años escribí un post en Libertad Digital afirmando que el Innombrable era como la estatua de ese jardín botánico, impávido mientras todo se hunde a su alrededor. Pero no, no era aquel gafe siniestro el que escucha el lenguaje de las plantas, sino otro.
La estatua es un ser cuasi pétreo, impertérrito ante todo, cual estafermo que permanece inmóvil mientras los demás se la pegan contra él o por las circunstancias. Allí queda esperando el eclipse, que a este paso tardará varias legislaturas en producirse. Mientras, continúa filosofando y persiguiendo enigmas entre las flores y el murmullo de las aguas del estanque sin tomar ninguna determinación (La verdad es que la letra le cuadra a la perfección). Y así tendrá cuerda para rato, siempre que la estrategia de hacerse la estatua le funcione.
Veremos (o no, que diría el personaje).
Un día más me quedaré sentado aquí
en la penumbra de un jardín tan extraño
Cae la tarde y me olvidé otra vez
de tomar una determinación
Esperando un eclipse
me quedaré
Persiguiendo un enigma
al compás de las horas
Dibujando una elipse
me quedaré
entre el sol y mi corazón
Junto al estanque me atrapó la ilusión
escuchando el lenguaje de las plantas
Y he aprendido a esperar sin razón
Soy metálico en el Jardín Botánico
Con mi pensamiento sigo el movimiento
de los peces en el agua
Hace unos años escribí un post en Libertad Digital afirmando que el Innombrable era como la estatua de ese jardín botánico, impávido mientras todo se hunde a su alrededor. Pero no, no era aquel gafe siniestro el que escucha el lenguaje de las plantas, sino otro.
La estatua es un ser cuasi pétreo, impertérrito ante todo, cual estafermo que permanece inmóvil mientras los demás se la pegan contra él o por las circunstancias. Allí queda esperando el eclipse, que a este paso tardará varias legislaturas en producirse. Mientras, continúa filosofando y persiguiendo enigmas entre las flores y el murmullo de las aguas del estanque sin tomar ninguna determinación (La verdad es que la letra le cuadra a la perfección). Y así tendrá cuerda para rato, siempre que la estrategia de hacerse la estatua le funcione.
Veremos (o no, que diría el personaje).
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