No se sabe ya si es que no tienen decoro
político ni por asomo, o simplemente que son tan críos como aquellos que se
pelean en el patio del colegio. Incapaces de llegar a un mínimo de acuerdo, su
soberbia tiene el tamaño de varias catedrales y andan echando un pulso a ver
quién la tiene más grande. ¿Acaso les importan más las poltronas que España?
Parece que sí. Hay gente que sigue
pasando necesidades, la situación económica puede empeorar si no se aclara la
situación política, pero se ve que sus ansias de poder pueden más que los
problemas de la Nación. Ay, que malo es el ego cuando se descontrola.
El único mensaje que parece haber dado
las urnas es que se pongan de acuerdo a la hora de gobernar, y por eso ninguno
ha alcanzado mayoría suficiente. Pero ellos hacen oídos sordos y siguen a lo
suyo. Uno se atribuye la iniciativa cuando su único mérito ha sido someterse a
una votación fallida cuyo resultado se esperaba. El otro sigue pidiendo la luna
a cambio de su apoyo, que en realidad nunca quiso dar. El de más allá sigue con
la murga de que ha sacado más votos que los demás para seguir en la silla.
Todos se convocan a reuniones que no se celebran “porque va Menganito y a ése
no le ajunto”. De todo ello resulta un espectáculo bochornoso que a veces
recuerda a una broma pesada, si no fuera porque la farsa puede alcanzar tintes
de tragedia. Tan sólo se salva uno que intenta poner paz y llegar a un acuerdo
con todos, por lo que le dan todas las tortas en el mismo carrillo. Los demás
continúan con el viejo rollo del “y tú más” y poco más.
Aunque digan que no con la boca pequeña,
todos aspiran a llegar al fracaso postrero en busca de unas elecciones que no
resolverían casi nada, pues muy probablemente el resultado sería similar al de
las anteriores. Y entonces ¿Qué? ¿Volver después del verano a la pantomima para
así llegar a unas terceras elecciones en Navidad? Y vuelta la burra al trigo
sine die.
Y mientras tanto, los enemigos de España,
los separatistas de camisas negras, pocas luces y muchas sombras, se frotan las
manos sabiendo que la debilidad de la Nación es su fortaleza.
Qué ejemplo se llevan las generaciones
venideras. Qué lamentable ejemplo.
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