Con los primeros calores de la primavera vuelven a otearse por las calles y plazas de España numerosas legiones de teutones, britanos e incluso escandinavos provistos de ese espantoso atuendo nada poético pero que constituye un oxímoron en eso de la estética: Las sandalias cuasi franciscanas con tupidos calcetines blancos, naranjas o estampados con múltiples motivos. Algún despistado pudiera aventurar que es un homenaje anglosajón a la Semana Santa que se celebra estos días, pero no. Para los portadores de tan chocante indumentaria no se trata precisamente de una penitencia pues ello las portan tan pichis y orgullosos. El choque visual que produce aqueste conjunto así como las posibles emanaciones aromáticas que puedan derivarse del mismo en la tórrida Hispalis o en el fogoso Magerit desaconsejan su utilidad pero ellos erre que erre. Los hay que incluso no se conforman con ir provistos del contradictorio atuendo para visitar las zonas monumentales, sino que lo llevan hasta la playa. Esa arena ardiente y seca pegándose a las calzas de algodón —o incluso de perlé, que también se ven— debe ser asaz molestísima pero nada les detiene en su ímpetu de portarlos. Pido a Dios que introduzca en las mentes de estos pueblos del Norte, prácticos y lógicos por otra parte, la imperiosa necesidad de corregir la incongruencia de usar una prenda de verano con un adminículo que se creó para proteger los pies en invierno o al menos cuando el sol no aprieta en demasía. Además, quedan muy horteras. |
viernes, 6 de abril de 2012
El oxímoron de la estética
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario