domingo, 4 de julio de 2010

España existe

Tres meses por lo menos hacía que no escribía. Las obligaciones laborales y familiares, el cansancio lógico después de cuatro años de escritura, y también el desánimo y la sensación de estar predicando en el desierto han influido en este bloguero para cesar su actividad por un tiempo, que ahora parece tocar a su fin. Ha influido, asimismo, la llamada de mi gran amigo Nieto que me ha animado a ello y al que se corresponde —en lógica justicia— que este post vaya a él dedicado.
Después de un paréntesis tan prolongado, nada parece que haya cambiado en España, salvo a peor, como es lo habitual en esta época zapateril. Por si teníamos pocos problemas, parió la abuela y la bisabuela, dándonos cuenta de golpe y porrazo (los que no se habían percatado, que todavía eran muchos) de que nuestra nación está en vías de entrar en la ruina más absoluta, si es que no lo ha hecho ya. El decretazo zapateriano y sus recortes ha sido como el jarro de agua fría que ha abierto los ojos al adormecido hispánico para darse cuenta que la Arcadia Feliz de la progresía no era más que un espejismo que, como dirían en las películas, “fue bueno mientras duró”. Lo malo es que ni siquiera fue.
De repente y como por ensalmo, multitudes de españolitos, antaño fervorosos de la ceja, comienzan a echar denuestos de su otrora ídolo y juran y perjuran que no le volverán a votar. De momento, las encuestas así parecen apuntarlo aunque, teniendo en cuenta la habilidad para el marketing y la propaganda que siempre ha caracterizado a la izquierda y lo poco atractiva que sigue siendo la derecha para muchos, ya veremos en qué acaba todo esto.
Mas la debacle no es sólo económica, que ya de por sí es grave, sino también nacional, que es bastante peor. El estatuto de Cataluña ha salido adelante con pocas modificaciones, y se consagra la barbaridad que representa, siendo bastante acertadas las palabras de muchos (Federico Jiménez Losantos y César Vidal, por ejemplo) en el sentido de que España se ha convertido económica y políticamente en una colonia de Cataluña o, mejor dicho, de los nacionalistas catalanes, y que a lo mejor más convendría la independencia de una o de la otra pero no este desaguisado.
Y, sin embargo y a pesar de todo, España existe. Los triunfos en el Mundial de la selección nacional de fútbol —a la que algunos llaman “la roja” sin mala intención y otros con bastante intención— han despertado una pasión que, al contrario de otras veces, parece ir más allá de lo deportivo. Jamás se había visto tanto apoyo popular, banderas en balcones y locales, pulseras con los colores patrios y gentes ataviadas con la camiseta de nuestros colores. Dicen que en épocas de crisis salen a la luz todos los sueños y las esperanzas que hagan olvidar nuestros problemas, pero la intuición le dice a éste que escribe que también subyace ahí un deseo más o menos explícito de que España es y existe. Como el Ave Fénix que se consume cada quinientos años y vuelve a resurgir de sus cenizas, la Nación española brillará con fuerza y energía al final de este ya largo período de sombras a la que ha sido arrastrada por la ambición de unos y la complacencia de otros.
Yo soy español, español, español…

3 comentarios:

nieto1 dijo...

Muy buenos días:

Gracias por tu dedicatoria, pero lo que más me alegra es ver que vuelves por tus fueros, decirte que estoy de acuerdo contigo cuanto mayores problemas más patria, mi padre (qed) decia: "Hijo cuanta más miseria halla, más se llenan las Iglesias, y luego si te he visto no me acuerdo".

Y sus palabras de hace muchos años, soy hoy una realidad (Iglesia, futbol, etc.)

Muchas felicidades por tu vuelta.

UN FUERTE ABRAZO y ANIMO QUE SON POCOS Y AHORAN HULLEN.

Anónimo dijo...

Pero.. ¡Eminencia! ¡Y cómo no me mandáis siquiera un par de nuncios o heraldos anunciando vuestra vuelta...!!

¿Por qué no me sorprende que a ambos nos guste la misma decoración para el fondo... de armario o de lo que sea?

Me alegra mucho tu vuelta (permítaseme el tuteo)

Un saludo.

Anónimo dijo...

Me alegro de leerle de nuevo.

Un abrazo.

Antonio M