El soneto que ilustra esta segunda entrega es aquel que dedicó Dionisio Ridruejo a Franco tras sus victorias en el frente del Ebro.
Del Hacho al Pirineo has avanzado,
vega de espadas, despertando el brío,
y ya rige tu fuerte señorío,
del Océano al mar, tierra y Estado.
En su gloria de alcázar restaurado,
campamento guerrero en sol y frío,
quiere otra vez al Orbe por navío
tu solar de Castilla asegurado.
Padre de Paz en armas, tu bravura
ya en occidente extrema la sorpresa,
en levante dilata la hermosura,
al norte es muro y en el sur empresa,
mientras reclama toda su aventura
el pueblo que acompaña tu promesa.
Como en el caso anterior no se va a tratar el personaje al que se dedica la poesía sino ésta en sí y lo que de ella se traduce.
Puede comprobarse como el idealismo que conduce al fervor por el líder y señala sus méritos excepcionales es muy similar a la de Machado; quizás aquí sea incluso más auténtico pues, a diferencia de éste (ya se ha explicado en el artículo anterior), Ridruejo no temía depuraciones de ningún tipo. Posteriormente se enfrentó a Franco y fue condenado a destierro y a prisión en varias ocasiones.
Frente al concepto de “lucha santa” tan aparentemente contradictorio que se establece en el soneto a Líster, no aparece en éste ninguna referencia a la religión ni a Dios, lo que no deja de ser insólito teniendo en cuenta las características del régimen nacido el 18 de Julio. Sí se atisba en el poema una cierta referencia al imperio, a tenor de la gran profusión de términos geográficos que se expresan.
Machado cita
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