Frecuentemente en los pueblos de España las tiendas y establecimientos de la localidad llevan el nombre del Patrón del lugar o el de un personaje histórico, de tal modo que desde la funeraria hasta el salón recreativo se llamen San Cucufato, por ejemplo. Hace un año, tuve ocasión de comprobar aquesto mientras caminaba por las calles de la asturiana ciudad de Pravia, pudiendo observar en muchas tiendas y establecimientos un nombre que casi ni recordaba, y que, desde luego, no conocen ni por asomo los damnificados de la LOGSE.
Me refiero al rey Silo, cuya estatua (arriba) se alza en una de las plazas principales de la localidad praviana, antigua sede del reino de Asturias desde que el propio Silo trasladó aquí la corte desde Cangas de Onís. Rebuscando entre mis entendederas recordé que este monarca fue uno de los “reyes holgazanes”, así llamados porque prefirieron el talante y la paz con los moros a guerrear con ellos. Estos precursores de la Alianza de Civilizaciones reinaron desde el año 768 al 791 e incluyen una lista cronológica formada por Aurelio, Silo, Mauregato, y Bermudo I el Diácono al que le debían ir más los asuntos de sacristía que las tareas de gobierno, visto su apelativo.
Atrás habían quedado las gestas de Don Pelayo en Covadonga y también el rey Favila, del cual sólo se sabe que lo mató un oso. Tras los reinados de Alfonso I y de Fruela I que continuaron batallando con la morisma, llegaron estos hombres de paz y se acabó de momento la Reconquista, llegándose incluso en tiempos de Mauregato a establecer el ominoso tributo de las cien doncellas que se entregaban a los árabes a cambio de pazzz. Paz, qué palabra tan bella y tan manipulada cuando no se tienen ideales o el único ideal es la cobardía.
Afortunadamente, después del clérigo Bermudo reinó Alfonso II el Casto, en cuya época se descubrió el sepulcro de Santiago, y luego Ramiro I que derrotó al enemigo en la batalla de Clavijo y en cuya victoria fue decisiva la intervención de Santiago Matamoros, que se presentó en pleno campo de batalla cargándose a setenta mil sarracenos, según cuentan los cronicones. El talante se acabó, como acabaron los reyes holgazanes y al final ganaron los que tenían que ganar, como en toda historia que se precie.
También hay "holgazanes" en nuestros tiempos, que gustan de alianzas extrañas y que no reciben a un primer ministro porque están cansados. Pero esa es otra historia y yo prefiero quedarme con la del Rey Silo, que tiene nombre de confitería y de agencia de seguros (por lo menos en Pravia) y que yace con su esposa Adosinda en la iglesia de Santianes, considerada monumento nacional (ahora, monumento estatal). En dicho templo además hay una piedra laberíntica en la que puede leerse, a modo de sopa de letras medieval, una curiosa inscripción relativa al monarca y de la que dejo la correspondiente reseña de la Wikipedia:
http://es.wikipedia.org/wiki/Piedra_laber%C3%ADntica_del_rey_Silo
Pásenlo bien Vuesas Mercedes.
No hay comentarios:
Publicar un comentario