miércoles, 5 de noviembre de 2008

¿Somos bichos raros o tenemos razón?

La primera vez que hablé con el Caminante, también coautor de este blog, en otros tiempos se hallaba en el lecho del dolor, confinado en una cama de hospital. Había conseguido el número de la habitación y me apresté a llamarle para interesarme por su salud y, de paso, para conocerle aunque fuera a través de los hilos telefónicos.

Fue emocionante poder conversar con una persona que hasta ahora sólo era para mí —al igual que yo seré para muchos de vosotros— unas letras en una pantalla. Siempre que leemos a alguien en un foro o en un blog, asaltan las mismas preguntas: ¿Cómo será esta persona? ¿Alto o bajo? ¿Se parecerá a Zapatero o al feo de los hermanos Calatrava? Miles de interrogantes que ese día, al menos, tuvieron una respuesta parcial: había oído su voz. Posteriormente tuve el honor de conocerle en persona y hoy día me honro con su amistad.

Ese día charlamos largamente sobre lo divino y lo humano (para gran alegría del contador de la Telefónica) y, cómo no, de política. En este sentido, yo manifestaba mi desencanto y desánimo sobre la situación actual mientras que él me animaba a que siga en la brecha. Muchas veces uno piensa si realmente estará equivocado y es una voz que clama en el desierto, al igual que otros muchos blogueros, foristas y escritores virtuales que conforman ese microcosmos virtual contrario al pensamiento único nacionalprogresista.

A nuestro alrededor, la gente aparentemente parece tranquila y sin problemas. Sólo parece interesar el fútbol, irse de vacaciones y los bodrios televisivos que parecieran diseñados para adormecer las mentes, como si de "Matrix” se tratara. Todo es superficial y no interesa lo profundo. ¿Vivimos en el país de las maravillas realmente, o es lo que nos quieren hacer creer? ¿Seremos raritos o vemos cosas que la mayoría no ve o no quiere ver?

Los progres dicen no ver ninguno de los males que percibimos. España no se rompe y eso son cosas de exagerados. El Zapatero Prodigioso vuelve a triunfar en las elecciones y la crisis es pasajera. El problema no es que digan esto los sociatas —qué van a decir— sino que la mayoría de la calle parece corroborarlo. No hay quejas, salvo escasas excepciones y todo el mundo parece anestesiado y contento como si se le hubiera inoculado aquel soma del que hablara Aldous Huxley en Un Mundo Feliz.

Ante tamaño panorama, la confusión comienza a anidar en los ánimos y cabe preguntarse si no será uno mismo el equivocado. Quizás España vaya bien realmente y los que no pensamos como esa aparente mayoría somos unos fascistas, unos descerebrados y unos carcas; a lo mejor, incluso, la nación española no ha existido nunca.

He ahí la duda. ¿Somos bichos raros o tenemos razón? Un servidor sigue inclinándose por lo segundo.

Fuerza y Honor.

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