miércoles, 11 de abril de 2012

Grandioso Opúsculo sobre la diestra e la sinistra que contiene provechosas ensennançcas para moços e anzianos.





Andamos en tiempos de Semana Sancta e aunque non paresce apropiado, bien viene aqueste párvulo cronicón pues en el mismo se contienen valiosos escriptos que buenos son para todos, a no ser para quienes buscan los males e, por ende, su perdizión.

Dize el libro de los libros, la Biblia de Nuestro Sennior: Quando des limosna que tu mano sinistra non sepa lo que faze la diestra. E una muy cierta ensennança es, e incluso provechosa atque sabia para nuestro tiempo, que es notorio e preclaro que lo que sirve para las manos sirve para todo por estensión e también para la política, pues esos omnes que caieron en las tinieblas de las ideas que dizen progresía tienen por costumbre vaciar la faltriquera pública asaz raudo de manera que las arcas se vazían presto quedando solo telarannas.

Mas héteme aquí que es arduo que la susodicha mano es artera e falaz atque lo sabe todo pues se sirve de alcahuetas para estar al tanto de todo lo que aconteze en la economía del organismo. E quien fablare de economía, lo puede también fazer de política. Como enxiemplo puede citarse a cierto preboste de cráneo huérfano, tez sin la su color, barba rala, atque enxuto cual clérigo cerbatana —que diría el gran Quevedo— presumía de saberlo todo y de todos al disponer en sus tiempos de un maléfico sistema de alcahuetería electrónica que usava con asaz frequencia.
Por ende, non permitamos en demasía que nuestra mano sinistra sepa de las cosas más de lo que ameritan las normas. El asunto es complicado pues ambas manos están cerca, más la diestra es innocente e non se percata de las maldades que urde el magín de la sinistra. Un sabio predicador radiofónico proclamó a la diestra commo “maricomplejines”, criticando ansí el afán de ésta en que non se note que es diestra porque a vezes grande vergüenza tiene de serlo e incluso de parescerlo. E non debería ser ansí, porque la sinistra seguirá con grande furor e criticándola aun quando aquella disimule su verdadera naturaleça por no quedar mal a la vista de todos los omnes e mugeres.

Dixo Christo Nuestro Sennior que el bien deve fazerse sin que los demás lo sepan para que sea más efectivo. E ansí debe de ser puesto que además, algunos omnes arteros e falazes que gustan de la mano sinistra aprovecharán la ocasión para fazer la punneta a cualquiera obra que de antemano sea buena, estropeandola e viciándola atque vilipendiándola con el nezio argumento de que non es progresista.

Ansí pues, próceres de la diestra, estad vigilantes a vuestra mano sinistra e a vuestros vezinos que pudieran ser personages al mismísimo serviçio de la herexía oscura que llaman izquierdismo la qual se vale de los más variopintos personages para sus nefandos intereses. Ora unos que llaman canisflautae, ora otros que pertenecen a la secta de los indignati e incluso algunos que dizen facer grande aiuda a los siervos pero que luego viven commo senniores e que están liberados de tareas de la gleba cobrando sus buenos maravedíes sin dar un palo al agua.

Mirad que fuerzas oscuras os azechan e non darán tregua. Avisado quedades, Mariannus.

Nihil obstat. Imprimatur.

viernes, 6 de abril de 2012

El oxímoron de la estética


Con los primeros calores de la primavera vuelven a otearse por las calles y plazas de España numerosas legiones de teutones, britanos e incluso escandinavos provistos de ese espantoso atuendo nada poético pero que constituye un oxímoron en eso de la estética: Las sandalias cuasi franciscanas con tupidos calcetines blancos, naranjas o estampados con múltiples motivos. Algún despistado pudiera aventurar que es un homenaje anglosajón a la Semana Santa que se celebra estos días, pero no. Para los portadores de tan chocante indumentaria no se trata precisamente de una penitencia pues ello las portan tan pichis y orgullosos.


El choque visual que produce aqueste conjunto así como las posibles emanaciones aromáticas que puedan derivarse del mismo en la tórrida Hispalis o en el fogoso Magerit desaconsejan su utilidad pero ellos erre que erre. Los hay que incluso no se conforman con ir provistos del contradictorio atuendo para visitar las zonas monumentales, sino que lo llevan hasta la playa. Esa arena ardiente y seca pegándose a las calzas de algodón —o incluso de perlé, que también se ven— debe ser asaz molestísima pero nada les detiene en su ímpetu de portarlos.


Pido a Dios que introduzca en las mentes de estos pueblos del Norte, prácticos y lógicos por otra parte, la imperiosa necesidad de corregir la incongruencia de usar una prenda de verano con un adminículo que se creó para proteger los pies en invierno o al menos cuando el sol no aprieta en demasía.


Además, quedan muy horteras.


martes, 3 de abril de 2012

La Hora del Emperador no es la Hora del Planeta


Dicen que el Domingo de Ramos el que no estrena no tiene manos. Este bloguero todavía tiene manos con la que escribir, aunque carece de otros aditamentos que el paso de los años se ha empeñado en menguarle, como aquella cabellera que ostentaba en su juventud o esa belleza apolínea y figura estilizada que autoproclaman orgullosamente los que no tienen abuela. O la tienen, que no es mi caso, pero conservan ese puntito de vanidad que si se administra con mesura, no es malo del todo.

Así pues, reestrénese de nuevo este blog, que anda ya muy apolillado. La fecha así lo propicia y la hora del Emperador vuelve a sonar en el carrillón del Internet eléctrico, que decía aquel. Mucho o algún tiempo ha pasado desde que se abolió el Zapaterato pero todavía quedan trajes que cortar y mucha leña por repartir. Sindicatos, perroflautas, separatistas, ecolojetas (que no ecologistas) y también centristas peperos (cómo no) ameritan que se les dé de vez en cuando un viaje.

Y comienza el renovado periplo con otra una chorrada filoprogre que el sábado se festejó con relativo éxito y a la que se denominó pomposamente "La hora del Planeta" o así. No es un concursete facilón de esos de la tele sino una llamada mundial a apagar las luces de todas las casas y las ciudades para concienciar sobre el cambio climático, eso que se produce desde que el mundo es mundo pero unos cuantos lumbreras han descubierto ahora.

Un servidor salió a la calle a esa hora (de 20.30 a 21.30) y o observó nada anormal. Pero, claro, es que uno vive en un barrio modestito y la gente no anda con tonterías, porque el Jonathan está jugando a la Play, el señor Pascasio tiene el bar lleno de clientes y Doña Críspula no se pierde la telenovela por nada del mundo mundial. De tal modo que volví a mi casa y decidí celebrar tan magno evento poniendo la tele, el video, el ordenador y la lavadora, amén de encender todas las luces hasta que la casa pareciera la de un hebreo.

Ya está uno un poco harto de mamarrachadas tontibuenistas. El planeta se salvará aun a pesar de aquellos que se empeñan en tales conmemoraciones.